Confesiones de un anti-Barrick
Nació en España, pero se radicó en la Argentina, donde se dedicó al periodismo y fundó el cine Lorca. Pero a fines de los años ochenta cambió de rumbo, se mudó a la Patagonia y se involucró en la lucha por el medio ambiente. Impulsó el Frente Antinuclear Chubut, militó contra las operaciones de Meridian Gold en la ciudad de Esquel y ahora acaba de lanzar Vienen por el oro, vienen por todo, un libro en el que describe con detalles el entramado de política, corrupción, contaminación y poder que respira a la sombra del poder minero. Por qué peligran los glaciares. Gonzalo Sánchez 20.10.2009.
Incansable. Javier Rodríguez Pardo dedica el tiempo completo a la causa antiminera y nada parece detenerlo.
Cuando al ambientalista de tiempo completo Javier Rodríguez Pardo –autor de un libro inquietante de reciente aparición y título contundente, Vienen por el oro, vienen por todo– se le explica que Barrick Gold, la multinacional señalada de estar detrás del veto a la ley de glaciares, dice oficialmente que no opera sobre masas de hielo de la cordillera en la Argentina, el hombre se adelanta: “Bueno, si quieres, empiezo por contarte cuáles destruyó”. Después enumera: “Hay por lo menos 300 glaciares de roca que corren peligro debido al accionar de esta compañía. Otro glaciar, el Conconta, en San Juan, lo dinamitó para construir un camino de acceso al yacimiento Veladero y así podría seguir. Ahora, ¿quieres saber más? Barrick opera dentro del radio de una reserva de biosfera, pero eso no le impide seguir avanzando”.
En el año 2003, cuando la minera canadiense Meridian Gold desembarcó en Esquel para explotar el yacimiento El Desquite, Pardo se erigió como uno de los referentes del movimiento de vecinos que se opuso a la avanzada corporativa bajo el argumento de que la extracción de oro a cielo abierto, cianuro mediante, convertiría a la Patagonia en un campo estéril. Esa movilización logró que el gobierno del Chubut decretara la prohibición por tres años de la actividad en la provincia y funcionó además como el modelo que copiaron los asambleístas de Gualeguaychú para enfrentar a Botnia años más tarde. Ahora Pardo tiene a Barrick en la cabeza y no se lo ve con intenciones de dejar de pensar en ella, por lo menos, mientras no se restituya la normativa que vetó Cristina en noviembre del año pasado y que dejó a los hielos nacionales desprotegidos como un cubito afuera del refrigerador.
Pardo, a quien los directivos de Barrick definieron varias veces como un “terrorista”, viene escribiendo y relatando la historia del saqueo minero desde hace tiempo. Su libro flamante abunda en detalles sobre el origen de las empresas que operan en el país y la manera en que contaminan el ambiente. Será una especie de biblia para la batalla contra el avance minero y también un material de consulta indispensable para entender qué hacen los grandes grupos económicos mundiales con los recursos naturales. “La misma Barrick, que operó en las sombras para vetar la ley de glaciares –dice–, comenzó como una empresa petrolera. En sus orígenes aparecen traficantes de armas y hombres de negocios y por supuesto más tarde la familia Bush. Hoy opera en los cinco continentes y en todos ha tenido conflictos con la licencia social, es decir, con la gente”.
Las investigaciones de Pardo sobre Barrick vienen acompañadas por documentos y testimonios directos de ex empleados de la minera. Para el hombre es ley: conseguir la prueba antes de hacer la denuncia y evitar caer en el lugar común de muchos ambientalistas, que terminan pronunciando llamamientos vacíos. “Pero hay mucho a la vista –dice Pardo–. Veamos algunas cosas: cuando el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, hizo el cruce de los Andes, al igual que San Martín, llevaba una campera de Barrick. El equipo de fútbol San Martín de San Juan tiene a Barrick como patrocinador en la camiseta. Barrick llega con dinero a las comunidades. ¿Cómo? Ofrece plata a las juntas de seguridad, en Chile. Ofrece máquinas a la campesinos de Jáchal o El Rodeo, en San Juan. Les da máquinas agrícolas en comodato a cambio de complacencia y, si algo pasa, se las quita”.
– ¿Y cómo llega al Congreso?
–Barrick no escapa a la lógica de las corporaciones. Y, por supuesto, cuenta con lobbistas en todos los niveles. Pero los principales son ángel Mazza y José Luis Gioja. La influencia de esta gente es muy grande. Prácticamente todos los diputados de la Comisión de Minería tienen vínculos comerciales con la empresas mineras. Todos ellos, en algún momento, aparecen como socios o con vínculos de algún tipo.
Los vínculos de la familia Gioja con Barrick también son visibles. Según las investigaciones de Pardo, Gioja tiene una empresa de insumos mineros llamada Ventonita Santa Fe. “Esta firma está dirigida por el senador César Gioja, hermano del gobernador. Pero te cuento por qué nosotros tenemos probado el vínculo de Barrick con esta empresa. Ellos mismos destacaron en su página web que los principales clientes eran Barrick y Techint. Cuando nosotros lo denunciamos, ellos borraron la web, pero tenemos ante escribano público certificada el acta donde se ve lo que decía la página”.
Barrick llegó a la Argentina a principios de los años noventa para lanzar el proyecto Pascua Lama, un proyecto binacional compartido con Chile, pero antes que eso, la más monstruosa explotación de oro y cobre del mundo, a cinco mil metros de altura y sobre la superficie de por lo menos tres glaciares, el Toro 1, Toro 2 y Esperanza, todos del lado chileno. “Esto es lo que desemboca en la ley de glaciares y el posterior veto. El glaciar Guanaco, que es donde Barrick dice que trasladará con palas mecánicas el hielo de Toro 1, Toro 2 y Esperanza, lo comparten la Argentina y Chile. Por lo tanto, decir que no operan sobre glaciares cuando ellos reconocen que sí es tildarnos de idiotas a todos”, explica Pardo.
Pardo va y viene en el tiempo. Recorre la historia de Barrick, enumera a sus directores y menciona a sus ex empleados. Es capaz de hurgar en su memoria, trazar un inventario sobre los dominios de Barrick y escupir una denuncia tras otra. Buena parte de las investigaciones de Pardo están basadas en testimonios recogidos directamente de ex operarios de la compañía. El caso más paradigmático, a su entender, es el de Fredy Espejo, un ex empleado argentino que fue enviado a Chile para capacitarse y de vuelta en San Juan fue pasando por diferentes etapas del proceso industrial minero hasta que le asignaron la responsabilidad del cuidado ambiental en la alta cordillera. Espejo tenía la obligación de cuidar el ambiente, mientras la Barrick exploraba el futuro yacimiento Veladero. Cuando esas obras terminaron –cuenta Pardo, que le contó Espejo–, recibió la orden de levantar el campamento. “Entonces –sigue Pardo– él pretendía bajar todo el campamento al pueblo. Desarmarlo, juntar los residuos y bajar. Pero la orden fue enterrar todo como quien esconde la mugre debajo de la alfombra a cuatro mil metros de altura. Espejo también denunció un caso de animales que murieron por ingerir roedores exterminados con veneno. También habla de la desaparición de una Vega. El énfasis de Espejo en hacer bien su trabajo le terminó jugando en contra y el hombre fue echado”.
–Barrick dice que hace minería responsable. ¿Qué quiere decir eso?
–La minería es la peor de las industrias. ¿Cómo obtienen el subproducto de la explotación? Con un método perverso que consiste en volar montañas y luego aplicar la sopa química.
– ¿Qué es la sopa química?
–Es el reactivo que se le echa a la roca que contiene el mineral, cianuro de sodio y otros reactivos químicos. También se utiliza ácido sulfúrico, cuando se busca cobre. Hay distintos métodos. Cuando Barrick desembarcó por estos minerales a principios de los noventa, por ejemplo, lo primero que hizo fue perforar gran parte del cerro Filo Federico, en la frontera, para hacer un túnel de 4,6 kilómetros que comunica Chile con la Argentina. Mientras tanto, sus operadores hacían los lobbies necesarios para lograr el Tratado Binacional que les permitió finalmente operar en una zona franca. Barrick consigue ese tratado sin presentar los informes de impacto ambiental que le permitieran hacer eso.
–O sea que Barrick no cumplió con los requisitos indispensables para operar.
–Barrick no cumplió con ninguna etapa de nada. Hacen bonitos folletos, pero no cumplen con nada y reconocen que al proyecto Pascua Lama le seguirán otros en Jujuy, Salta, Catamarca, Neuquén y Veladero, que ya se está explotando en San Juan. Ellos tienen los glaciares contados, como no los tenemos nosotros. Pero mire, en un informe que Barrick encarga a una consultora canadiense se cuenta que los glaciares Toro 1, Toro 2 y Esperanza han disminuido el 70 por ciento desde que la empresa opera en Chile. Barrick argumentó que todo se debe al cambio climático.
–Entonces, en la Argentina sí opera sobre glaciares.
–Cuando ellos dicen que no hay glaciares nos tratan de estúpidos. Yo te podría mostrar fotos de cateos de Barrick sobre superficies glaciares que parecen un queso gruyère. En el camino que conduce a Veladero hay un glaciar que se llama Conconta o glaciar de Vallejos, al que destrozaron sólo para construir los caminos de 35 metros de ancho por donde deben pasar los camiones. En esa zona de operaciones de la minera tenemos denunciados por glaciólogos más de 300 glaciares de roca que recién ahora están investigando. Pero contra la forma de hacer negocios de ellos hay poco que hacer.
– ¿Cuál es esa forma?
–El soborno.
Pascua Lama, el yacimiento de la polémica
A principios de mayo de 2009, la Barrick Gold puso en marcha Pascua Lama, primer emprendimiento minero binacional del mundo, compartido entre la Argentina y Chile. Con una inversión de u$s 3.000 millones, la empresa estima que producirá entre 750 mil y 800 mil onzas de oro y 35 millones de onzas de plata por año a un costo de caja de entre u$s 200/250 por onza.
La construcción del proyecto, que tendrá una vida útil de 25 años, terminará a fines de 2012. La producción comenzará en 2013.
Cuando funcione en pleno, utilizará un millón de litros de agua por hora en una zona semidesértica, detonará 45 mil toneladas de roca por día y tendrá un dique de cola (basurero químico) de 420 hectáreas y 200 metros de profundidad. Es, sin duda, el proyecto más polémico de las centenas de emprendimientos mineros que afloraron en el país como consecuencia de los enormes beneficios legales e impositivos que ofrece la Argentina a las multinacionales de la industria minera. “Será un desastre, peor que cinco plantas de celulosa juntas”, grafican los ambientalistas de San Juan.
Veladero, a su vez, está ubicado a 320 kilómetros al noroeste de la capital sanjuanina y a unos 4.850 metros de altura. Comenzó a gestarse en 1994 y sólo un año después se inició la etapa de exploración. Pero los procesos fueron lentos: recién luego de la devaluación, la Barrick presentó un informe de impacto ambiental. Una vez aprobado, empezó a levantar las instalaciones. En octubre de 2005, Veladero inició la extracción de oro y plata. Utiliza el sistema de explotación a cielo abierto con utilización de cianuro, tiene una vida útil de 17 años y planea extraer trece millones de onzas de oro. El ex ultramenemista, ex duhaldista y ahora kirchnerista gobernador de San Juan, José Luis Gioja, es uno de sus máximos defensores. Al mismo tiempo, una empresa de su familia (productora de cal) es una de las principales proveedoras del yacimiento.
Además de Pascua Lama y Veladero, en San Guillermo existen otros emprendimientos mineros en etapa de prospección. La reserva sanjuanina es el sitio de mayor concentración de poblaciones de vicuña de nuestro país y forma parte, desde 1981, de la Red de Reservas de Biosfera de la Unesco. Fue creada para la protección y conservación de la importante biodiversidad alojada en ese territorio. Pero no se trata sólo de proteger a la vicuña: según el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, el arsénico y los metales pesados utilizados por la industria minera “contaminarán tarde o temprano el agua de la región” utilizada para el trabajo rural y el consumo humano.
El imperio del oro
Barrick Gold Corporation es la multinacional minera dedicada a la extracción de oro más grande del mundo, con sede en la ciudad canadiense de Toronto. Mantiene más de 27 minas operativas en Estados Unidos, Canadá, Australia, Perú, Chile, Argentina y Tanzania.
Hasta 1993, Barrick sólo tenía operaciones en Norteamérica, pero ese mismo año la compañía decidió instalarse en América Latina. Así, la empresa llegó a Perú en 1993 y un año más tarde, a través de la compra de Lac Minerals, se instaló en Chile con la mina El Indio y el entonces proyecto Nevada, que más tarde pasó a llamarse Pascua Lama.
En 2001, Barrick se fusionó con Homestake, lo que marca la llegada de la empresa a la Argentina y la adquisición de Veladero, en la provincia de San Juan. Más allá de las actuales operaciones y proyectos, Sudamérica es un área estratégica para el crecimiento futuro de la empresa.
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