El Hijo Pródigo De “El Evangelio Criollo” por Padre Amado Anzi (S.J.) | Tenía un padre dos hijos; un día, el más joven de ellos le pidió con atropello la herencia que le tocaba, porque el mundo lo empujaba con sus mágicos destellos. |
Y aquel padre entristecido entonces le dio la herencia; pero el hijo sin concencia se le jué con toda calma, dejando hincadas en su alma las espinas de la ausencia. Anduvo rodando tierra sin recordar a su tata, y derrochando la plata en vicios y entretenciones, cuerpiando las aflicciones que tiene la vida ingrata. Y se le jueron los pesos, porque al fin todo se acaba; llegó una penuria brava por razón de carestía, hasta el punto que faltaba la menor proveduría. Esa epidemia de males lo agarró sin ningún cobre; y pa aguantar el zozobre se conchavó de boyero, chiqueriando cerdos fieros como el mendigo más pobre. En tan triste situación ni un poco de pan tenía; y ni siquiera podía comer en esa amargura las algarrobas maduras que aquellos cerdos comían. Vestido de hilacha y mugre, como un pobre pordiosero, cavilaba día entero: "¡Cúantos piones de mi tata tienen pan y tienen plata, mientras de hambre yo me muero". Y entonces se dicidió en medio de sus desvelos: "Me levantaré del suelo, iré al padre y le diré: He pecado contra el cielo y he pecado contra usté". | "Soy indino de ser su hijo, tratemé como si juera un mensual suyo cualquiera, o como mejor le cuadre"; y hablando de esta manera volvió a la casa de su padre. Lejos estaba entuavía cuando aquel padre lo vió, pronto lo reconoció y, acortando el largo trecho, apretó al hijo en su pecho y llorando lo besó. "¡Padre mío yo he pecado no soy digno de ser su hijo!"; pero el tata lo bendijo, y mandó que le trajieran las pilchas más domingueras pa aumentar su regocijo. "Faenen un guen novillo pa hacer la carne con cuero; haiga paz y guitarreros, porque mi hijo descarriado está de guelta a mi lado, después que tanto lo espero". Y empezaron los festejos, en eso, el hijo mayor que andaba de campiador por los cercos de la estancia, cayó justo en lo mejor de esa alegre circunstancia. Cuando supo que su hermano, que al final llegaba vivo, era la causa y motivo de esa fiesta familiar perdió tanto los estribos que no quería pasar. Le urgió el tata que dentrara; pero él dijo con reproche: "Siempre vivo día y noche trabajando sin flojera, y ni un cabrito siquiera me permite que derroche". | "Pero al hijo perdulario que le vació los bolsillos, usté le carnió un novillo pa festejar su llegada, como si no jueran nada los perjuicios de ese pillo". "¡Hijo mío! -dijo el tata-, son suyas las cosas mías; pero el baile convenía pa festejar a su hermano, que volvió a darme la mano al cabo de ingratos días". Tata Dios es este padre y aquel hijo, el pecador; ¡cuántas veces el Señor espera a sus hijos malos, y en lugar de darles palos los recibe con amor! ¡Tata Dios! ando perdido pero buscando su encuentro; yo me hallo como en mi centro solo en su amistá divina; que naides siente la espina como el que la tiene dentro. ¡Ay Tata Dios, Tata Dios! que al hombre que se convierte, en cambio de darle juerte, le da su mano resuelta, yo también estoy de guelta, dolorido hasta la muerte. Vuelvo a sus brazos abiertos cubierto de fieras llagas; y le doy mi vida aciaga como en pago de su amor, porque yo creo, Señor, que amor con amor se paga. El mundo es un Hijo Pródigo que dejó su hogar paterno; pero, aunque va pa el infierno, sin embargo el corazón siempre le hace comezón pa volver al Dios Eterno. |
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