por Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Santa Fe, 3 Dic. 09 (AICA). El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, reiteró que las causas que debilitan a la Argentina como comunidad tienen sus raíces en “una crisis cultural, moral y religiosa”, y consideró que esto es “algo que no se lo tiene suficientemente en cuenta a la hora de examinar nuestra vida personal y social”.
“Queremos modificar lo que aparece, porque lo que vemos en la sociedad nos asusta, pero no valoramos la importancia de aquello que sostiene y motiva nuestras conductas. Es como no valorar el significado y la calidad de la tierra o el aire que se respira, cuando contemplamos la vida de un árbol con dificultades”, subrayó en su reflexión semanal por radio, en la que retomó su análisis sobre el último documento de la Conferencia Episcopal Argentina.
El prelado santafesino recordó que “los valores culturales, morales y religiosos son, precisamente, como el ‘humus y la atmósfera’ que da vida a ese árbol, en nuestro caso el hombre, que es la base de la vida social”.
“En primer lugar hablamos de una ‘cultura relativista imperante’, que no sólo debilita el sentido de la verdad y las certezas que sostienen nuestra vida y relaciones, sino que va creando un individualismo que nos encierra en nuestros pequeños proyectos y nos hace indiferentes frente al sufrimiento ajeno. Ese individualismo nos lleva, además, a un ‘consumismo exacerbado’ que nos aleja de todo espíritu solidario. Nos hace ajenos, y no próximos a nuestros hermanos. Vamos creando, sin proponerlo explícitamente, una sociedad dual, es decir, donde hay unos y otros”, explicó, en primer lugar.
A esto se agrega “una crisis moral, que debilita el sentido y la exigencia de los valores en nuestra vida”, por la cual “nuestra voluntad no se siente llamada a dar una respuesta frente al bien y al que me necesita, ello implica algo de renuncia y austeridad, sino que nos movemos hacia lo que es placentero para mí”.
“Una vida guiada por los valores necesita, por otra parte, de la fortaleza de las virtudes, que no son algo primariamente religioso, sino la firmeza de la voluntad para responder a la nobleza y exigencia de un valor que me compromete moralmente. Una cultura de los valores sin una educación en las virtudes, puede presentar objetivos pero no nos capacita para vivirlos. Creo que en esto hay un déficit educacional”, agregó.
Monseñor Arancedo reiteró que “hay una crisis religiosa, entendiéndola, decíamos, como la ausencia de Dios que es ‘fundamento de verdadera fraternidad y de toda razón y justicia’. Dios no ocupa el lugar de nadie, pero sí ilumina y da fundamento a todo. Negar a Dios es empobrecer al hombre”, y señaló que “sin Dios estamos como huérfanos y la sombra del desamparo se expande sobre los que están a la intemperie social”.
“Cuando una madre enseña a rezar a su hijo, cuando lo pone en contacto con Dios, le está dando la mayor riqueza que su hijo necesita. En la aparente fragilidad de la oración está la fortalece del hombre. El tema de Dios hace a la verdad profunda del misterio del hombre, en cuanto es un ser creado y espiritual. El encuentro con Dios es camino de verdad, de paz y plenitud para el hombre. Por ello el tema religioso es también un tema político, porque es una dimensión inherente a la vida del hombre y debe ser tenida en cuenta por la sabiduría del gobernante. Todos los paraísos sin Dios han terminado esclavizando al hombre”.
Fuente: www.aica.org
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