Al otro día los jefes
le dijieron a Pilato:
“Recordamos hace un rato
que aquel falsario decía
que al tercer día de inmediato,
sin más, resucitaría”.
“Mande pues cuidar la tumba
hasta aquel día tercero,
¡vaya que sus aparceros
roben el cuerpo de intento
y sea este último cuento
mucho más pior que el primero!”
“Ahí tienen los centinelas", les respondió el presidente. Yendo, pues, los prepotentes la sepoltura sellaron, y en la dentrada apostaron la guardia del contingente. El Señor murió nomás y ansí dentro hasta su gloria; pa remachar su victoria aguaitará al tercer día, cumpliendo la profecía más grandiosa de la historia. Nació pobre y vivió pobre siendo el rey de la riqueza; soportó con fortaleza los rigores de la vida, y amó a la tierra sumida de alegrías y tristezas. Nos dejó a su Santa Madre también como Madre nuestra; y pa darnos mayor muestra de su cariño sincero, se quedó como aparcero sobre la tierra siniestra. Y pa no dejarnos guachos después que juera a marcharse, oculto quiso quedarse en nuestro pan familiar, haciendo pa aquerenciarse un ranchito en cada altar. | Jué el Señor como un jagüel que rebalsa de su hueco, ande los hombres entecos toman agua verdadera, sin que jamás se volvieran por estar el jagüel seco. Por todos estos favores el hombre de poca luz traicionó fiero a Jesús, lo condenó en mala ley, lo azotó a guasca de güey y lo estaquió en una cruz. El misterio de la Cruz es difícil de entender; pero el hombre, a mi saber, cuanto más ame al Señor, más lo ayudará el amor pa saberlo comprender. La cruz y Dios se acollaran siempre juntitos los dos, como el eco con la voz y la sombra con la luz; porque Dios nos da la cruz, pero la cruz nos da a Dios. Dende la Cruz Redentora el Señor nos dió el perdón y, pa darnos de un tirón todo su amor sin medida, abrió en su pecho una herida y nos dio su corazón. | Santa Cruz de Jesucristo abierta como dos brazos; rumbo de Dios y regazo en la senda del dolor; brazos tendidos de amor sosteniendo nuestros pasos. ¡Señor mío Jesucristo estaquiado por mi amor!, aunque soy un pecador y causa de su penar, pa lo que guste mandar ¡aquí me tiene Señor! Si tanto sufrió por mí, hoy le juro, mi Señor, que ni el diablo ni el dolor ni la muerte ni el trabajo, vengan de arriba o abajo, me apartarán de su amor. Solo al chocar con las piegras el río canta al Criador; del mesmo modo el dolor, como piegra de mi río, saca del corazón mío el mejor canto de amor. |
También leyeron:
--o--
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Si tiene inconvenientes para comentar, me envían el comentario al siguiente correo: jcsingc@gmail.com y yo se lo publicaré.