Por Adam Pedrini (Resistencia, Chaco)
“En un momento morirán, y a media noche se alborotan los pueblos, y pasarán, y sin mano será quitado el poderoso”. Biblia- Joh 43: 20.
Ha muerto Néstor Kirchner. Su deceso sorprendió a todo el pueblo argentino, a éste pueblo proclive a creer en las promesas fáciles, sensible a flor de piel, estafado y robado en sus esperanzas tantas veces, también en sus logros y porque no en sus ahorros algunas veces.
Conocida la noticia, los periodistas, se lanzaron a realizar su tarea profesional. Tomar la opinión de los principales dirigentes políticos de la oposición y también del oficialismo. Que los segundos digan y repitan hasta el cansancio, que Kirchner era el rey de la paciencia, el equilibrio y la honestidad acrisolada, bueno…..a veces “París vale una misa”.
Pero que algunos opositores se vayan de lengua, y se hayan olvidado en forma tan rápida de las descalificaciones que le suministraban hacía 48 horas antes, es desconcertante.
Dirigentes del peronismo federal se ubicaron en el recato respetuoso del dolor de la familia y no pronunciaron una palabra; Ricardo Alfonsín, no perdió su compostura y bregó para que de “hoy en más, recompongamos el diálogo”, pero hubieron otras declaraciones desafortunadas, porque los que seguimos de cerca el acontecer político tenemos presente lo que 48 horas antes pensaban de quien fue Presidente de la Nación y, se murió sin aclarar ni trasparentar los centenares de millones de dólares que pertenecen o pertenecieron a la Provincia de Santa Cruz.
Yo tuve y tengo, vivo o muerto, el mismo concepto de Néstor Kirchner. Y la verdad que no es bueno. Es malísimo.
Espero que con su desaparición física, retomemos la senda del diálogo nacional constructivo, que cesen los enfrentamientos estériles en una sociedad que fue lastimada por captar porciones de poder, por el poder mismo, y nos sirva de experiencia, que la avaricia del poder, del dinero y la soberbia, es la mayor enemiga de nuestras arterias.
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