Suele ocurrir que en algunos momentos de la vida nos ponemos a pensar si somos agradables a Dios, queremos saber qué piensa Él de nosotros; también pensamos: ¿Cuando muera, iré al cielo?, ¿a quién pertenezco?, ¿a mí mismo, al mundo, a Dios, al Demonio?
Muchas veces nos conformamos y consolamos con nuestras propias respuestas surgidas de una relativa intuición que no da garantía alguna de veracidad. Una fantasía más propia de cuentos de hadas y dibujitos animados que de la realidad verdadera de nuestra propia identidad.
Decimos muchas cosas de nosotros y de los demás; redefinimos, según nuestro propio criterio, el concepto de pecado, del amor, felicidad, eternidad… Solo son juicios sustentados en la sola evidencia de la imaginación, de nuestros propios deseos y temores.
Veamos qué nos dice aquel quién es el camino, la verdad y la vida.
Juan C. Starchevich
El Sermón del Monte
por Padre Amado Anzi S.J. –El Evangelio Criollo-
Rodiado de un mar de gente,
sobre las piegras y pastos
pusieron ponchos y bastos
pa escuchar con atención,
y haciendo Jesús el gasto
ansí habló de corazón…
“Dichosos todos los pobres porque ganarán el cielo. Dichosos en este suelo los que son mansos ahora. Dichosos son los que lloran porque tendrán su consuelo”. “Dichosos son los que tienen hambre y sé de la justicia, porque serán sin noticia saciados por el Señor. Dichosos los sin malicia porque ellos verán su amor”. “Dichosos son los pacíficos porque hallarán la concordia. Dichosos si en las discordias perdonan de corazón, porque por esta razón lograrán misericordia”. “Dichosos los perseguidos por causa de la verdá. Dichosos sin igualdá los que sufren por mi nombre, porque entonces daré al hombre el amor de mi amistá”. | “¡Guay de los muy divertidos!, porque llorarán de susto. ¡Guay de los hartos de gustos!, porque tendrán hambre aciaga. ¡Guay de los ricos injustos!, porque ya cobran su paga”. Jesús nos dió su proclama con este grito de guerra; nos dió la chispa que encierra todo su amor en sumario, pa empezar el necesario incendio sobre la tierra. El Señor no jué con gueltas y dijo las cosas claras, pa que naides se engañara en este mundo falsario, que justamente declara la dicha de lo contrario. Porque las sendas de Dios no son las sendas del hombre; por eso naides se asombre que hable de forma contraria, pues solo Dios sabe el nombre de las cosas necesarias. |
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