Para los que vivimos esa época, en la universidad, en el trabajo, en las calles nos sorprende el giro que quiere darse a la historia, tergiversando los hechos. Hay documentos que obran en poder del pueblo que confrontan la falacia de algunos hechos. Este, refresca nuestra memoria.
El pueblo argentino, de natural buen sentido, no desea los programas de tv que desvirtúan y desvían la atención para no dejar ver un proceso de cambio que no acuerda con los verdaderos principios que dan sustento a la vida e idiosincrasia de nuestro pueblo. Las continuas rencillas entre políticos que no son capaces de ver ni oír a los ciudadanos tampoco son deseados por la mayoría. Y los hombres pasan a la historia por la honra y/o los yerros de sus acciones, nunca porque el grupo de su entorno los entronice o defenestre.
Es bueno respetar el pensamiento ajeno es uno de los principios más importantes del vivir en democracia, es el fundamento de una vida armónica, pero cuando ataca la honra de las personas y mansilla sus bases culturales, ideológicas y religiosas estamos frente a una fuerza destructora y maligna que no tiene interés por su prójimo sino por su desenfrenado y autoritario despotismo.
En democracia la oposición, más que confrontadora, debe ser conciliadora demostrando opciones mejores y que hacen al bien común. No es sano confrontar para inclinar la balanza para sus apetencias e intereses.
Y refiriéndome al exterminio, la defensa de la república estaba perfectamente explícita en el juramento del presidente J. D. Perón por encima de su formación militar era jurar por una constitución que rige la vida política militar y civil del pueblo argentino.
Stella Maris Romaña
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38 años: Cuando Perón ordenó el aniquilamiento
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). En la noche del 19/01/1974, cuando gobernaba Juan Domingo Perón, mandatario elegido por la ciudadanía con sufragio abrumador, la Compañía Héroes de Trelew, del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), atacó los cuarteles del Ejército en la bonaerense Azul (Regimiento 10 de Caballería Blindada y el Grupo de Artillería Blindado 1), con la intención de robar armamento, munición y otros materiales de guerra.
La acción se ejecutó en esa oportunidad para aprovechar la situación provocada en la guarnición por la baja anual de los soldados incorporados (eran tiempos del servicio militar obligatorio) y la licencia anual de los uniformados profesionales, además de resultar un día sábado (en total, las unidades se encontraban con no más de 4 efectivos por sub unidad).
De acuerdo al parte del ERP, su ataque se inició a las 22:30, y las acciones se continuaron durante toda la noche, hasta el amanecer del día siguiente.
Para realizar la acción, los del ERP tomaron previamente por asalto una casa quinta ubicada en proximidad de la guarnición, sobre la ruta 51, reduciendo a sus ocupantes.
De acuerdo al ERP, "Luego de tomada la guardia central y el puesto Nº 3, se generó una resistencia en dos centros secundarios de la guardia (tanque y herrería), que hizo posible la intervención del resto del personal del cuartel e imposibilitó su total copamiento. Entablado el combate, la Compañía Héroes de Trelew, redobló sus esfuerzos y mantuvo la ofensiva durante una hora hasta que se comprobó la imposibilidad de doblegar la resistencia atrincherada de fuerzas superiores."
La revista Estrella Roja del 28/01/1974 le dedicó un suplemento especial a esa operación, en cuya tapa aparece la fotografía del teniente coronel Jorge Roberto Ibarzábal, jefe del Grupo de Artillería Blindado 1 en una “cárcel del pueblo” y en la publicación siguiente (11/02/1974) en su página 3 se informó que el “buró político del P.R.T.” (Partido Revolucionario de los Trabajadores), honró con la orden de Héroes de Trelew a 28 guerrilleros que atacaron el cuartel.
Los primeros disparos ocurrieron a las 23:30 y fue muerto el centinela de guardia, un conscripto llamado Daniel González, y fue herido de gravedad el entonces teniente Alejandro Carullo.
Luego se escucharon ráfagas de ametralladora, granadas de mano y de fusil.
El tiroteo alertó a los oficiales que se encontraban en el Barrio Militar, ubicado calle por medio frente al cuartel.
También llegó de inmediato una unidad de apoyo (20 hombres) del Arsenal Naval Azopardo, distante a 35 Km.
Para entonces, los atacantes ya alcanzaban la parte posterior de algunas sub unidades del cuartel y el Casino de Oficiales, donde se produjeron los primeros combates. Los del ERP buscaban alcanzar las salas de armas.
A su vez, llevaron su acción al sector del tanque de agua, encontrando una fuerte resistencia que le ocasionó bajas. Fueron rechazados, no pudiendo alcanzar los objetivos de llegar hasta las salas de armas.
En tanto, el teniente coronel Ibarzábal, quien vivía en una casa frente al cuartel, y que había ingresado luego de los primeros disparos, se dirigió a la casa del jefe del Regimiento de Caballería, coronel Camilo Arturo Gay, ubicada detrás del cuartel, cruzando el arroyo Azul.
Luego, ambos se dirigieron al cuartel.
Sin embargo, antes de cruzar el puente sobre el arroyo Azul, fueron interceptados por combatientes de la organización terrorista, y en el enfrentamiento murió Gay y fue tomado prisionero Ibarzábal. También fue capturada como rehén la familia de Gay.
Ibarzábal fue secuestrado y 10 meses después, el 19/11/1974, fue asesinado ante la posibilidad de que fuese rescatado por fuerzas militares y de seguridad.
Mientras tanto, la familia de Gay fue llevada al cuartel al sector de la herrería, donde un vehículo debía recogerlos. Pero el fracaso del ataque, y bloqueados por personal que se desplazaba en un vehículo oruga, a las 03:30 del 20/01/1974, ese vehículo no llegó.
Luego de combatir durante toda la noche, en el sector de herrería permanecían 2 terroristas que mantenían cautivos a la esposa del coronel Gay y sus hijos, 1 civil, 2 suboficiales y varios heridos.
Los heridos fueron liberados como también los soldados.
La orden del Ejército fue capturar la herrería y en el ataque murió Guillermo Altera, del ERP, y fue herido Santiago Juan Carrara, también del ERP, quien antes disparó contra la esposa de Gay, quien también murió.
Militarmente la acción del ERP fue un fracaso. El ex jefe del PRT, Luis Mattini, afirmó que el responsable del copamiento frustrado fue Enrique Gorriarán Merlo: "La toma del cuartel de Azul marcó un punto de inflexión en el prestigio militar de Gorriarán dentro de la organización: lo despromovieron del Estado Mayor y quedó en su reemplazo Juan Ledesma, el comandante Pedro. Gorriarán nunca alcanzó el grado de comandante, era capitán..."
De inmediato, Juan Perón -quien había asumido 3 meses antes- dirigió un mensaje a la población por la cadena nacional de Radio y TV. Además de declarar su decisión de aniquilar a las organizaciones armadas, a las que llamó "terroristas", Perón culpó -sin mencionarlo explícitamente- al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, simpatizante de la Juventud Peronista/Montoneros, iniciando así el proceso que llevó al vicegobernador y sindicalista metalúrgico Victorio Calabró a reemplazarlo:
“Me dirijo a todos los argentinos frente al bochornoso hecho que acaba de ocurrir en la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Azul, en el Regimiento de Tiradores Blindados C-10, donde una partida de asaltantes terroristas realizara un golpe de mano, mediante el cual asesinaron al jefe de la unidad, coronel don Camilo Gay, y a su señora esposa, y luego de matar alevosamente a soldados y herir a un oficial y suboficial, huyeron llevando como rehén al teniente coronel Ibarzábal.
Hechos de esta naturaleza evidencian elocuentemente el grado de peligrosidad y audacia de los grupos terroristas que vienen operando en la provincia de Buenos Aires ante la evidente desaprensión de sus autoridades. El Gobierno del Pueblo, respetuoso de la Constitución y la ley, hasta hoy ha venido observando una conducta retenida frente a esos desbordes guerrilleros que nada puede justificar en la situación que vive la Republica.
Tampoco desde nuestro movimiento hemos querido producir un enfrentamiento, desde que anhelamos la paz y propendemos a la unión y solidaridad de todos los argentinos, hoy ocupados en la reconstrucción y liberación nacional.
Pero todo tiene su límite. Tolerar por más tiempo hechos como el ocurrido en Azul, donde se ataca una institución nacional con los más aleves procedimientos, está demostrando palmariamente que estamos en presencia de verdaderos enemigos de la patria, organizados para luchar en fuerza contra el Estado, al que a la vez infiltran con aviesos fines insurreccionales.
Nuestro Ejército, como el resto de las Fuerzas Armadas, que han demostrado su acatamiento a la Constitución y a la ley en provecho de una institucionalización, no merecen sino el agradecimiento del pueblo argentino que, frente a lo ocurrido, deba sentirse herido en lo mas profundo de sus sentimientos patrióticos.
Ya no se trata sólo de grupos de delincuentes, sino de una organización que, actuando con objetivos y dirección foráneos, ataca al Estado y a sus Instituciones como medio de quebrantar la unidad del pueblo argentino y provocar un caos que impida la reconstrucción y la liberación en que estamos empeñados. Es la delincuencia asociada a un grupo de mercenarios que actúan mediante la simulación de móviles políticos tan inconfesables como inexplicables.
En consecuencia, ni el Gobierno, que ha recibido un mandato popular claro y plebiscitario, ni el pueblo argentino, que ha demostrado con creces su deseo de pacificación y liberación, pueden permanecer inermes ante estos ataques abiertos a su decisión soberana, ni tolerar el abierto desafío a la autoridad, que pone en peligro la seguridad de la ciudadanía, cada día expuesta a la acción criminal de esta banda de asaltantes.
No es por casualidad que estas acciones se produzcan en determinadas jurisdicciones. Es indudable que ellos obedecen a una impunidad en la que la desaprensión e incapacidad lo hacen posible, o lo que sería aún peor, si mediara, como se sospecha, una tolerancia culposa.
En consecuencia, el Gobierno Nacional, en cumplimiento de su deber indeclinable, tomará de hoy en mas las medidas pertinentes para atacar al mal en sus raíces, echando mano a todo el poder de su autoridad y movilizando todos los medios necesarios.
El Movimiento Nacional Justicialista movilizará, asimismo, sus efectivos para ponerlos decididamente al servicio del orden y colaborar estrechamente con las autoridades empeñadas en mantenerlo.
Pido, asimismo, a todas las fuerzas políticas y al pueblo en general, que tomen partido activo en la defensa de la República, que es la afectada en las actuales circunstancias. Ya no se trata de contiendas políticas parciales, sino de poner coto a la acción disolvente y criminal que atenta contra la existencia misma de la patria y sus instituciones, que es preciso destruir antes de que nuestra debilidad produzca males que pueden llegar a ser irreparables en el futuro.
Pido igualmente a los compañeros trabajadores una participación activa en la labor defensiva de sus organizaciones, que tanto, ha costado llevarlas al clima magnifico de su actual funcionamiento. Esas organizaciones son también objeto de la mirada codiciada de estos elementos, muchas veces disfrazados de dirigentes. Cada trabajador tiene un poco de responsabilidad en esa defensa, y espero confiado, porque los conozco, que las sabrán defender como lo han hecho en todas las ocasiones.
El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria justa, libre y soberana, lo que nos obliga perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la lucha a que dé lugar. Sin ello, ni la reconstrucción nacional ni la liberación serán posibles.
Yo he aceptado el gobierno como un sacrificio patriótico porque he pensado que podría ser útil a la República. Si un día llegara a persuadirme de que el pueblo argentino no me acompaña en ese sacrificio, no permanecería un solo día en el gobierno. Entre las pruebas que he de imponer al pueblo es esta lucha. Será pues la actitud de todos la que impondrá mi futura conducta. Ha parado la hora de gritar Perón; ha llegado la hora de defenderlo”.
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