Un niño visitaba con su tía uno de los grandes templos de una ciudad. La luz de los rayos del sol penetraba a través de las ventanas, donde se destacaban las figuras de los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Entonces el niño empezó a preguntar a su tía: ¿Quién es él? Es el apóstol Juan fue la respuesta. ¿Y ese otro? Es el apóstol Pedro. ¿Y aquél de más allá? Es Pablo. Y así continuó preguntando por cada uno de los apóstoles. Al fin el niño exclamó: “Ahora sé lo que es un santo. Un santo es uno a través del cual brilla la luz del cielo”.