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miércoles, 3 de febrero de 2021

Cada familia, una escuela

Durante muchas décadas lo fue pero hace unos años o más bien desde hace algunas pocas décadas progresivamente han dejado de ser. Hoy la escuela es solo una visita muy molesta en cada familia. Padres maleducados generadores de hijos maleducados transformaron las escuelas en guarderías de niños y guarderías de adolescentes en niveles primarios y secundarios.


Las clases virtuales son reales, no virtuales como se las califica; solo cambia la modalidad expresiva de las mismas. Un mal docente enseñando mediante los distintos recursos de internet, es también un mal docente en clases presenciales; por lo tanto, un alumno que no entiende por internet tampoco lo hará en una clase presencial.

Las clases por internet tienen también sus grandes ventajas, como por ejemplo: incentivar al alumno a la lectura y comprensión de texto mediante un tema bien desarrollado por su profesor en Word o pdf, dando como tarea al alumno, fuera del horario de clases, la copia manuscrita del tema desarrollado, formando así su carpeta (activa la memoria motriz, aparecen las dudas, se está estudiando por primera vez). Luego de esta actividad, en la clase correspondiente, el profesor puede desarrollar en forma extensiva este mismo tema con todos los alumnos mediante alguna de las varias plataformas, sea Zoom, Google Meet o cualquier otra, donde alumnos y profesor se encuentran cara a cara, en vivo y en directo (¿no es presencial también esto?), donde se pueden generar preguntas y respuestas a todas las dudas. Además se puede conducir a los alumnos a visitar algunas páginas de internet donde los temas están desarrollados por otros profesores. Es imposible que con todos estos recursos el alumno no entienda el tema de clase.

Genera trabajo, mucha dedicación y esfuerzo, así es la vida, así es el estudio verdadero, así son las escuelas verdaderas. Así deberían ser las clases presenciales que quedan tapadas bajo la alfombra de la indiferencia de toda una sociedad que mira hacia otro lado.

“Pobrecitos, no tienen clases”, denuncian los medios de difusión expresando una gran mentira, pues las clases se han dado durante todo el año. Por otro lado, los políticos en su continua campaña demagógica, van quitando todas las exigencias propias de una actividad educativa, facilitando el no-estudio y la promoción de alumnos que no alcanzan ni un mínimo de conocimiento necesario de las asignaturas.

El profesor puede desarrollar todas las clases, pero no puede evaluar a alumnos que no quieren estudiar.

Es una gran oportunidad para cada familia que puede monitorear, revisar y colaborar en forma directa con la formación de sus hijos, haciendo de cada familia una escuela.

Esto molesta a los padres, ¿por qué será?, ¿acaso ya no los soportan en la casa y tienen que despacharlos para que otros los cuiden? ¿Escuelas o guarderías? ¿Docentes o empleadas domésticas? ¿Docentes o trabajadores de la educación? ¿Docente o asistente social? Docente, ¿dónde está tu dignidad y respeto?

La nueva modalidad presencial es un problema más complejo que el presente por los siguientes motivos:
  • Las clases para una parte del curso y luego para otros y otros hasta completar el número total de todos los alumnos del curso, hace que una asignatura, por ejemplo de cuatro horas semanales se transformen, para el profesor, en ocho, doce o dieciséis horas semanales, que por supuesto, esto no se puede hacer en una semana habiendo varias asignaturas en la misma. Habrá que dar el mismo tema tantas veces como grupos de alumnos haya, transformando al año de clases en medio año o un tercio de año o un cuarto de año calendario. Exactamente lo mismo que una escuela comience las clases el primero de marzo y finalice el treinta y uno de mayo.
  • La pandemia: Cada familia tiene algún estudiante en su seno y como las escuelas no están dotadas de militares que custodien las relaciones de sus alumnos, entonces nadie puede garantizar la falta de contacto entre ellos. Por lo tanto, cada alumno cumpliría la función de una abeja obrera, que al extraer el néctar de una flor no puede evitar que se le adhiera el polen en sus patitas que sin darse cuenta lleva todo esto a su colmena. Todos los alumnos del país, en un solo día de clase, llevarán a todas las familias argentinas los virus que se les peguen en cada escuela que asistan. Luego ¿Qué sentido tiene regular restricciones de horarios y personas en reuniones públicas y privadas? Al abrir las clases presenciales, se abre absolutamente todo.
  • La función docente es un trabajo insalubre.
Cada familia debe ser una escuela, de la mano de su escuela.

Ing. Juan C. Starchevich, docente en escuela técnica con treinta años de antigüedad

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