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jueves, 15 de septiembre de 2022

Me estoy jubilando

    Me estoy jubilando, puesto que tengo 62 años y 31 de servicio frente a alumnos, aunque solo se necesitan 28. Muchos esperan con ansias este momento y se alegran enormemente cuando llega. Quieren huir de la escuela, no la soportan, como tampoco a los alumnos; sin embargo yo no pienso lo mismo, siento mucha pena el tener que retirarme pero debo hacerlo porque me cuesta enormemente conciliar mi cultura con esta nueva que crece rápidamente destruyendo todos los valores culturales obtenidos durante tantos años con verdaderos próceres conocidos y miles de otros anónimos que han edificado los pilares más extraordinarios de nuestra patria, la educación, la familia, la sociedad civilizada. La Argentina.

    Ya nadie podrá enseñar a mis alumnos que el verdadero valor no está en el título, sino en el camino recorrido en el aprendizaje. Que no hay que ir de prisa, sino muy lentamente saboreando y contemplando todas las riquezas que hay en ese camino que los conduce a ese título de egresados. Ya nadie les hará comprender que el título o diploma no se sostiene por sí solo, sino que ellos mismos son ese diploma, vacío o lleno de experiencia y sabiduría.

    Reflexionemos un poco, inspirándome en una hermosa enseñanza de un profesor y escritor italiano Nuccio Ordine, que la hago propia:

    Cuando alguien pregunta a sus alumnos: Chicos, ¿qué han venido a hacer a la escuela?, ellos responden —Hemos venido a obtener un título. —

    Pero, no se va a la escuela para obtener un título ni a la universidad para obtener una licenciatura, porque la cultura y el estudio no solo sirven para una profesión, sino para formar ciudadanos libres. Hombres y mujeres capaces de razonar con su propia cabeza.

    Podemos tomar como referencia un poema de un poeta griego Konstantino Kavafis, escrita aproximadamente en el año 1911, que nos muestra que, en la vida lo importante no es llegar a Ítaca, sino que lo más importante es la experiencia que nosotros tenemos durante ese viaje. Una experiencia que nos hace mejores, que nos enriquece. Que la verdadera Ítaca está en el viaje mismo.

Ítaca
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.

Poema de Konstantino Kavafis

    ¿Quién explicará a mis alumnos que el viaje hay que hacerlo lento? Para así poder atesorar todas las riquezas que hay en el camino. Riquezas que embellecen el alma, que reconfigura la identidad del joven convirtiéndolo en un ser diferente. El mismo, pero diferente; lleno de tantas riquezas que le da una nueva personalidad, que en verdad lo hace más importante. Lo hace más humano, tal que su sola presencia inspira e invita a toda una sociedad a ser más humana.

    Tomaremos como referencia otro ejemplo de Nuccio Ordine, que ilustra mediante el prólogo de Aurora escrito por Nietzche, que no lo escribió cuando publicó su libro, sino algunos años más tarde cuando sale la segunda edición: 

    “Este prólogo llega tarde, aunque no demasiado. ¿Qué son, a fin de cuentas, cinco o seis años? Un libro como este, un problema como este, no tiene ninguna prisa. Además, tanto yo como mi libro somos amigos del lento. No por nada ha sido uno filólogo, y tal vez aún lo sea, esto es, maestro de la lectura lenta. Al final acaba uno escribiendo también lentamente. Y es que la filología es esa arte venerable que exige ante todo una cosa de quienes la admiran y respetan: situarse al margan, tomarse tiempo, aprender la calma y la lentitud al ser el arte y el saber del orfebre de palabra, que ha de realizar un trabajo delicado y cuidadoso, y nada logra si no es con tiempo de lento.”

            Friederich Nietzsche – Aurora – Prólogo:

    Ocurre que nuestra vida se ve afectada por la prisa, en función de una sociedad donde cada vez más el valor del dinero, como así también, el valor del tiempo en función del dinero, nos obliga a ir de prisa.

    Pero, ¿cuánto estamos perdiendo en el ámbito de las relaciones humanas, con la idea que no tenemos tiempo para dedicar a los otros? Vivimos encerrados en nuestro propio egoísmo.

    Debemos aprender a discutir de cómo esta lógica del beneficio y la velocidad están arruinando no solo la escuela, sino también la investigación científica, la idea de patrimonio artístico y nuestras relaciones humanas.

    ¿Qué he dejado en la escuela? ¿Cuál es mi huella? Las respuestas solo la tendrán mis exalumnos, pero me siento feliz por ello por haber colaborado con ellos en dibujar esa traza de hombres y mujeres verdaderos que muchos se acuerdan de mí, y otros lo harán luego cuando la vida les presente las distintas caras de las bondades y de las injusticias, donde sabrán ponerle el pecho, la razón y ese espíritu cincelado para ser vencedores.

    Me despido del sistema educativo, quizás con un poco de nostalgias por un lado, por dejar algo que lo siento como verdadera vocación, y muy feliz por otro, por haber dado, a mis alumnos, respuesta a la pregunta más buscada en la humanidad ¿Cuál es el sentido de la vida?

    He encontrado esta Ítaca en mi vida, en ese largo camino que no me toma cansado, sino con muchas ganas de seguir caminando para seguir logrando todas las Ítacas de la vida hasta la final de todas que son las hermosas manos de María Santísima que conducen a la total felicidad en el Altísimo, Dios nuestro Señor, como sentido último de nuestra existencia.

Juan C. Starchevich


3 comentarios:

  1. Muy acertada tus palabras.Felicitaciones!!

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  2. Genial Juan Carlos. Un testimonio de Vida Valiosisimo. Muchas riquezas contienen estas lineas. Uno percibe la Frescura de una disponibilidad para volver a comenzar siempre. Son palabras de un autentico joven de espiritu que vive disfrutando de los preciosos encuentros que ha tenido a lo largo de su vida en un ambito tambien sagrado como es el Aula. Un testimonio que nos regala la alegria de haber descubierto el " Tesoro del Camino". Mas alla de la Jubilacion el Camino continua y lo bello es advertir que se vuelve mas apasionante y fascinante dar los pasos con una Compañia que nos rescata cada dia. Fuerte abrazo y un maestro no deja de ser nunca maestro, gozando de generar en todo momento hombres libres, invitados a abrazar siempre la Verdad. Para nosotros esa Verdad tiene nombre y apellido: Jesúscristo, Señor del Cosmos y de la Historia.

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  3. Buenas tardes Juan Carlos!!!
    Qué hermoso lo que ha escrito. Un profe de verdad, de carne y hueso!!!!
    Por algo mis hijos Cesar y Gustavo lo quisieron tanto...
    Docente de verdad!!!
    Dios quiera que sepan reconocer su tarea, aunque los docentes nos vamos del sistema sin esperar nada a cambio.
    Sin embargo, es tan lindo que digan seño...profe... A la vuelta de los años.

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