domingo, 27 de mayo de 2012

Fábula de las Almas

Por Juan C. Starchevich

Quizá sea una fábula o quizás no, pero aún así no deja de ser una razón. Una razón inquietante para unos, un misterio para otros, un enigma, un terror. Pero también, para muchos, es una esperanza como razón de fe que se sustenta en el amor de Dios.

En el alma se alojan ciertas cosas, o mejor dicho, el alma aloja ciertas cosas que hacen a la identidad del ser. El cuerpo –la carne- aloja otras que afirma o compromete la propia identidad de un ser único que vive en comunión consigo mismo o un ser dividido que no conoce la paz.

El alma aloja dentro de sí cosas que son incomprensibles para la razón humana (si tomamos como fuente de razón el mundo, la materia, la carne). Aloja fe, esperanza, voluntad, espíritu, razón de fe que nace del amor del Creador y nos ayuda a comprender todo aquello que no se logra con la otra razón.

El cuerpo, tangible, material, la carne, tiene componentes que hacen a la vida material: energía expresada como energía eléctrica, mecánica, potencial, cinética,…, energía humana, que se gastan en el andar y se recuperan y renuevan en el consumo de alimentos materiales. Aquí aparecen los deseos carnales, los placeres, la fuerza de los deseos que vulgarmente se traduce en “las ganas”, rival principal de la voluntad que viene del alma.

Cuando llega la muerte realmente nada muere, ni siquiera el cuerpo que se transforma en otras formas materiales, en otras formas de energía. El cuerpo desnuda al alma dejándola desprovista de expresión temporal en el mundo de la carne como ser humano, siendo esto lo único que muere. Solo muere la expresión. Sin embargo, mientras el cuerpo desvanece su figura transformándose en alimento de animales, de vegetales y de la misma materia en forma de abono, sales, minerales, energías; el alma queda totalmente intacta tal cual como la ha dejado el ser en el momento de su muerte.

El cuerpo sigue viviendo transformado en otros cuerpos, siendo parte de ellos pero con otras identidades, en los suelos, vegetales, animales y personas que de una u otra manera se han alimentado de su cuerpo. El cuerpo también vive en su proyección material heredada por su descendencia y por sus huellas haciendo entre todas las individualidades un solo todo que en apariencia se muestran independientes haciendo de toda la existencia material como si fuese un solo telar que presenta distintos pliegues, colores, decoraciones, texturas, que si las miramos desde muy cerca parecen independientes y ajenas entra sí; pero si nos alejáramos a una distancia prudencial veremos que todo es parte de una misma cosa. De aquí surgen frases como “cuando muere una persona realmente todos morimos un poco”. Sentimos tristeza, dolor, angustia… Cuando se salva una vida, cuando se recibe una vida nos llenamos de alegría. Sentimos cuando se talan los bosques y se extinguen vegetación, razas vivientes, oxígeno… Somos una sola cosa.
La herencia genética nos muestra que un hijo, aún cuando jamás haya conocido a sus padres, tiene el carácter, formas de ser, gestos, sentimientos, parecidos, enfermedades, fortalezas, de alguno de ellos o de los dos, de sus tíos, abuelos, bisabuelos, etc.; No es reencarnación de alguien, sino simplemente parte de otros. No es un alma reencarnada sino tan solo una expansión genética heredada de otros desde quién sabe qué generación, pero cuando se lo hipnotiza cree que ha sido reencarnado sin darse cuenta que es solo una simple proyección carnal, material, que se prolonga en el tiempo como una misma individualidad parte de un todo. Aún así es un ser único e irrepetible fruto de la combinación genética de padres únicos, en un lugar y tiempo único y con una única alma.

El alma de esa identidad humana, que es parte de un todo, tiende a regresar a ese todo que dio origen y consistencia a todas las cosas.

El mundo de las almas se llama Cielo, las almas tienden a ir todas al Creador, a unirse todas a Él; esto se llama “comunión con Dios”; “sentido de la vida”. Aquí está la alegría, felicidad, gozo. Y como el alma no está regida por el tiempo, entonces es eterna la felicidad.

Muerte significa “volver al origen”. (Según mi interpretación).

Casos particulares del alma:
Así como el cuerpo necesita alimentos materiales, dando fuerza de ganas, el alma necesita alimentos propios de ella, dando fuerza de voluntad.
Si el hombre, durante su vida, alimenta solamente su cuerpo material estará lleno de energía, lleno de ganas, pero al descuidar su alma será pobre de voluntad y necesitará incorporar elementos que la reemplacen como así también otros que anulen sus gritos de auxilio, conocidos como la voz de la conciencia, los cargos de conciencia, frustraciones, depresiones, etc. Podrá vivir aparentemente bien durante toda su vida refugiándose en los placeres, la familia, los nietos, haciendo uso de su energía corporal y de la energía de los que lo rodean. De todos modos un día enfrentará la muerte por sorpresa o por vejez encontrándose solo y sin fuerzas corporales. Las fuerzas de voluntad estarían tan débiles como consecuencia de un alma que vive en agonía por desnutrición; ya no hay esperanzas ni gozos ni alegrías, solo un cuerpo que deja de serlo mientras pone al descubierto un alma descolorida con cara y figura de muerto, un alma desfigurada que quiere volar al cielo pero que no tiene fuerzas ni para llegar al techo de su habitación. Un alma que no puede alzar vuelo y anda perdida y en pena aquí en la tierra. Necesita que otros recen por ella, que le ofrezcan misas al Señor por su salvación, aunque muchas veces nadie de los que la conocen hacen estas cosas porque el ambiente en que vivía era de seres ateos que ni siquiera admiten la existencia de las almas. El único remedio que le queda es pedir auxilio a personas desconocidas para que recen por ella, deberá manifestarse a las que puedan percibirla, pero en vez de recibir ayuda recibirá el terror de aquellos que la pudiesen ver. La vida de los que se apartan de Dios termina siendo un espanto.
Estas almas están expuestas a ser encontradas por espíritus malos que la encadenarían esclavizándola, haciéndola sufrir más. Esto no es el infierno, significa que aún puede ser rescatada por Dios. Aún existe una pequeña esperanza que alguien rece por las almas del purgatorio, que aunque esto sea o no el purgatorio quizás las oraciones y las misas por las almas de los difuntos le beneficien a ella.
Si esta persona ha muerto en “pecado mortal”, el alma no va ni al cielo ni al purgatorio. ¿Adónde va? Quizás al principio alguna ande vagando en pena por el mundo terminando finalmente, si nadie apela por ella ante la Misericordia de Dios, en el infierno. El infierno solo tiene puerta de entrada, no tiene puerta de salida. Ya no sirve rezar por ella, es inútil. La vida de los que rechazan la Misericordia de Dios termina siendo un infierno.

Cuando se alimenta el alma y al mismo tiempo se alimenta al cuerpo existe un hermoso equilibrio, la mente se muestra sana, la fuerza de voluntad se pone de manifiesto dando entrada a la responsabilidad que hace aún cuando no se tiene ganas y no hace aún cuando se tiene ganas. En este caso muchas veces también las ganas se anteponen a la voluntad con riesgo de abandonar al alma. Es un equilibrio inestable.

Existen personas que se han inclinado por alimentar más al alma que al cuerpo. Rezan mucho y comen poco, someten al cuerpo en función del alma. De aquí surgen dos caminos, el bien y el mal:
  • Los que entregan su alma al Demonio, que es el Espíritu del Mal, la Muerte, la Mentira, la Oscuridad; Se auto condenan, se apartan del Creador, lo desafían; hacen todo lo opuesto al bien, destruyen la creación, mienten; incitan a la auto destrucción del género humano. Intentan por todos los medios a que todas las almas se aparten de Dios y le sirvan a su enemigo; tuercen a los políticos para labrar leyes inhumanas poniendo al mundo en contra de Dios, único Creador. Estas personas alimentan su alma con el pecado, someten a su cuerpo en función de su alma gobernada por el Mal Espíritu. Su destino es el Infierno.
    El Infierno es la ausencia de Dios, es la no-felicidad, la no-alegría, el no-gozo; el Infierno es el sufrimiento eterno.
  • Los que entregan su alma a Dios, nuestro Señor, someten a su cuerpo en función de su alma gobernada por el Espíritu Creador, Espíritu del Bien, la Verdad, la Vida, la Luz, el Camino para llegar a Dios. La voluntad gobierna a las ganas; el alma es más fuerte que el cuerpo; el alma se alimenta con el Cuerpo y Sangre de Cristo; vive en comunión con Dios y con su Iglesia. Su destino final es el Cielo.
    Estas almas nunca tienen la certeza de su destino, porque aún cuando son piadosas quizás vivan una falsa piedad muriendo en pecado mortal que conduce al infierno. O También viviendo una mediana piedad muriendo con pecados leves que conducen al Purgatorio. Finalmente se encuentran las almas de verdadera piedad o almas santas que van directo al Cielo.

Debemos rezar siempre. Debemos rezar por los vivos y por los muertos.

Rezar por los que están en el Cielo no es necesario;
por los que están en el Infierno es inútil.
Debemos rezar por las almas del purgatorio,
y por aquellas que andan vagando por el mundo y no han sido condenadas aún,
para que encuentren la Misericordia de Dios.

1 comentario:

  1. perdon por mi ignorancia pero no alcanzo a comprender la ultima parte del tema me parece que se contradice o contradice la afirmacion anterior•que dice .Los que entregan su alma a Dios, nuestro Señor, someten a su cuerpo en función de su alma gobernada por el Espíritu Creador, Espíritu del Bien, la Verdad, la Vida, la Luz, el Camino para llegar a Dios. La voluntad etc

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