lunes, 13 de agosto de 2012

Santo

Un niño visitaba con su tía uno de los grandes templos de una ciudad. La luz de los rayos del sol penetraba a través de las ventanas, donde se destacaban las figuras de los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Entonces el niño empezó a preguntar a su tía: ¿Quién es él? Es el apóstol Juan fue la respuesta. ¿Y ese otro? Es el apóstol Pedro. ¿Y aquél de más allá? Es Pablo. Y así continuó preguntando por cada uno de los apóstoles. Al fin el niño exclamó: “Ahora sé lo que es un santo. Un santo es uno a través del cual brilla la luz del cielo”.

I. El significado bíblico de la palabra santo.
  • Santidad posicional. Todos los cristianos somos perfectamente santos a la vista de Dios por nuestra posición en Cristo. En el Nuevo Testamento se identifica a los creyentes como santos, a pesar de su inmadurez cristiana, como en el caso de los corintios, 1 Corintios 1:2.>>
  • Santidad progresiva-práctica. Se refiere a la santidad que se desarrolla y se vive en la conducta humana, Tito 1:7-8.>>
  • Santidad perfecta. Cuando lleguemos a Cristo en el cielo, 1 Tesalonicenses 5:23.>>
II. Ideas equivocadas sobre la santidad.
III. Cómo llegar a ser santos.
IV. Dos ejemplos bíblicos de la santidad.
  • José resalta en el Antiguo Testamento como un ejemplo clásico de lo que es la santidad. La actitud justa de José ante la tentación, donde él se negó a pecar, Génesis 39:7-12.>> José reflejó la santidad de Dios porque mantuvo su cuerpo puro y sin contaminación. José es un ejemplo para los creyentes de esta época.
  • El apóstol Pablo aparece en el Nuevo Testamento como un hombre que llevó una vida santa.
    Para Pablo la santidad es una señal de madurez cristiana, Tito 1:7-8.>> Él nos relata acerca de su propia conducta en 1 Tesalonicenses 2:10.>> Por esta razón Pablo pudo decir: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”, 1 Corintios 11:1.>>
Conclusión.
  1. ¿Por qué la mayoría de la gente quiere “hacer algo” para ser aceptable ante Dios?
  2. ¿Qué vías falsas ha visto que algunos cristianos usan para tratar de ser más santos?
  3. ¿Podría compartirnos sobre las áreas donde lucha más para vivir la santidad?
  4. Aprenda de memoria: 1 Tesalonicenses 4:3; 1 Timoteo 2:8; 1 Pedro 1:16.>>
Fuente: Lázaro Ponce

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A continuación, Fuente: Corazones.org

Ser santo es participar de la santidad de Dios. Nuestro Padre, nos creó para ser santos. (Ver: Santidad >>).

La Santidad, Cardenal Ratzinger (Benedicto XVI)
Virtud heroica no quiere decir que el santo sea una especie de «gimnasta» de la santidad, que realiza unos ejercicios inasequibles para las personas normales. Quiere decir, por el contrario, que en la vida de un hombre se revela la presencia de Dios, y queda más patente todo lo que el hombre no es capaz de hacer por sí mismo. Quizá, en el fondo, se trate de una cuestión terminológica, porque el adjetivo «heroico» ha sido con frecuencia mal interpretado. Virtud heroica no significa exactamente que uno hace cosas grandes por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho él, porque él sólo ha estado disponible para dejar que Dios actuara. Con otras palabras, ser santo no es otra cosa que hablar con Dios como un amigo habla con el amigo. Esto es la santidad.

Quien tiene esta vinculación con Dios, quien mantiene un coloquio ininterrumpido con Él, puede atreverse a responder a nuevos desafíos, y no tiene miedo; porque quien está en las manos de Dios, cae siempre en las manos de Dios. Es así como desaparece el miedo y nace la valentía de responder a los retos del mundo de hoy. -Cardenal Ratzinger (Benedicto XVI), L'Osservatore Romano» (6 de octubre de 2002).

Dios nos ha llamado y nos capacita a todos a ser santos: "Sean santos... porque Yo, el Señor, soy santo" (Lev 19,2; Mt 5, 48). Cristo vino al mundo para hacer posible nuestra santidad. Es por eso que en el Nuevo Testamento se le llama "santos" a los cristianos (1Cor 1, 12; Rm 1, 5; 1Pe 1, 15-16). Son santos solo si viven su fe (Apoc 21, 2.10). Los santos del cielo murieron en gracia de Dios. Su santidad comenzó en la tierra.

Los santos «han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo» (Hechos de los Apóstoles,15, 26).

Papa Benedicto XVI: "El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del prójimo".

Los hombres perdimos la vida de gracia al apartarnos de Dios por el pecado, pero Jesucristo nos reconcilió con el Padre muriendo por nosotros en la Cruz. Por el bautismo recibimos los méritos de ese sacrificio de Cristo, somos liberados del pecado e injertados en Cristo para ser Hijos de Dios y participar de su santidad. San Pablo usa la palabra "santos" para referirse a los fieles que viven la nueva vida en el Espíritu Santo. (2 Cor. 13,12; Ef. 1,1)

La Iglesia es una gran familia en la que Dios es Padre, Jesús el Hermano Mayor, el Espíritu Santo es el santificador que comunica amor entre los miembros de tal manera que, aunque no los hemos visto, podemos llegar a conocer y amar mucho a los santos. Ellos nos enseñan, guían e interceden por nosotros. María es la madre de la familia santa.

Aunque Jesucristo, el Sol de Justicia, ha sido rechazado por la humanidad, el cielo de la Santa Iglesia no ha dejado de tener su luz que ilumina a quien abra su corazón. Los santos son esas personas heroicas que brillan con el Señor.

Se le llama santo a lo que está consagrado al servicio de Dios, sea persona, cosa, lugar, tiempo.

S.S. Benedicto XVI, 1 nov, 2007: El cristiano, «ya es santo, pues el Bautismo le une a Jesús y a su misterio pascual, pero al mismo tiempo tiene que llegar a ser santo, conformándose con Él cada vez más íntimamente».

«A veces se piensa que la santidad es un privilegio reservado a unos pocos elegidos. En realidad, ¡llegar a ser santo es la tarea de cada cristiano, es más, podríamos decir, de cada hombre!».

«Todos los seres humanos están llamados a la santidad que, en última instancia, consiste en vivir como hijos de Dios, en esa “semejanza” a Él, según la cual, han sido creados»

«todos los seres humanos son hijos de Dios, y todos tienen que llegar a ser lo que son, a través del camino exigente de la libertad».

«Dios les invita a todos a formar parte de su pueblo santo. El “Camino” es Cristo, el Hijo, el Santo de Dios: nadie puede llegar al Padre si no por Él».


"Los santos no son personas que nunca han cometido errores o pecados, sino quienes se arrepienten y se reconcilian". Dijo Benedicto XVI comentando sobre San Pablo y Bernabé. Añadió: "Por tanto, también entre los santos se dan contrastes, discordias, controversias...Son hombres como nosotros, con problemas complicados... La santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con la capacidad de reconciliación y de perdón". "Y todos podemos aprender este camino de santidad". -31 enero 2007 Benedicto XVI.

Perseverar en la santidad es mantenerse en comunión con Cristo quien salva y da vida eterna. Dios quiere que todos se salven (1Tm 2,4), pero no todos se abren a la gracia que santifica. Para salvarse es necesario renunciar al pecado y seguir a Cristo con fe. Por eso San Pablo nos exhorta: "Hermanos: Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor" (Hb. 12,14) Al final no importara otra cosa, la única verdadera desgracia es no ser santos.

La Biblia nos exhorta a seguir el ejemplo de los santos (CF. Dan 7, 22-25; Sab 5, 5). La Iglesia continúa esa tradición y reconoce la santidad después de un largo y cuidadoso proceso en el que examina las vidas de los candidatos.

COMO SER SANTOS
Benedicto XVI
Zenit
El luminoso ejemplo de los santos despierta en nosotros el gran deseo de ser como ellos, felices de vivir junto a Dios, en su Luz, en la gran familia de los amigos de Dios. Ser santo significa vivir en la cercanía de Dios, vivir en su familia, y esta es la vocación de todos nosotros, confirmada con vigor por el Concilio Vaticano II.

Pero, ¿cómo podemos convertirnos en santos, amigos de Dios?. A esta pregunta se puede responder, ante todo, con un enunciado negativo: para ser santos no es necesario realizar acciones y obras extraordinarias, ni poseer carismas excepcionales. Luego viene la respuesta positiva: es necesario ante todo escuchar a Jesús y después seguirle, sin desalentarse ante las dificultades.

La experiencia de la Iglesia demuestra que toda forma de santidad, si bien sigue caminos diferentes, siempre pasa por el camino de la cruz, el camino de la renuncia a sí mismo. Las biografías de los santos describen a hombres y mujeres que, siendo dóciles a los designios divinos, afrontaron en ocasiones pruebas y sufrimientos inenarrables, persecuciones y martirios.

El ejemplo de los santos es para nosotros un aliento a seguir los mismos pasos y a experimentar la alegría de quien se fía de Dios, pues la única causa de tristeza y de infelicidad para el hombre se debe al hecho de vivir lejos de Él.

El camino que conduce a la santidad es presentado por el camino de las Bienaventuranzas. En la medida en que acogemos la propuesta [de Cristo ndr.] y le seguimos --cada uno en sus circunstancias-- también nosotros podemos participar en la bienaventuranza. Con Él lo imposible se hace posible.


Veneración de los santos
Los primeros santos venerados fueron los discípulos de Jesús y los mártires (los que murieron por Cristo). Mas tarde también se incluyó a los confesores (se les llama así porque con su vida "confesaron" su fe), las vírgenes y otros cristianos que demostraron amor y fidelidad a Cristo y a su Iglesia y vivieron con virtud heroica. La Iglesia reconoce santos del A.T.: patriarcas, profetas y otros. (Cf. Catecismo 61)

Con el tiempo creció el número de los reconocidos como santos y se dieron abusos y exageraciones, por lo que la Iglesia instituyó un proceso para estudiar cuidadosamente la santidad. Este proceso, que culmina con la "canonización", es guiado por el Espíritu Santo según la promesa de Jesucristo a la Iglesia de guiarla siempre (Cf. Jn 14:26, Mt 16:18). Podemos estar seguros que quien es canonizado es verdaderamente santo.

Los santos no tienen necesidad de ser declarados tales. Ellos no se benefician en nada por la declaración de su santidad ya que esta no añade ni quita nada a su felicidad en el cielo. Nosotros, la Iglesia peregrina en la tierra si se enriquece al tener modelos de santidad. Ellos no añaden ninguna doctrina nueva sino que nos ayudan a comprender el Evangelio y vivirlo. Es una gran riqueza conocer a nuestros hermanos que han vivido heroicamente la fe.

La Iglesia no puede contar la cantidad de santos en el cielo ya que son innumerables (por eso celebra la fiesta de todos los santos). Solo se consideran para canonización unos pocos que han vivido la santidad en grado heroico. La canonización es para el bien de nosotros en la tierra y en nada beneficia a los santos que ya gozan de la visión beatífica (ven a Dios cara a cara). Los santos en el cielo son nuestros hermanos mayores que nos ayudan con su ejemplo e intercesión hasta llegar a reunirnos con ellos.

La devoción a los santos es una expresión de la doctrina de la Comunión de los Santos la cual enseña que la muerte no rompe los lazos que unen a los cristianos en Cristo. Los santos contribuyen a fortalecer la unión existente entre la Iglesia del cielo (triunfante) y la iglesia en la tierra (peregrinante). Ellos son un ejemplo de los frutos de la gracia santificante que Jesús nos ganó con su redención. Los Protestantes rechazaron la devoción a los santos por no comprender la doctrina de la comunión de los santos. El Concilio de Trento (1545-63) reafirmó la doctrina católica.

Los santos interceden por nosotros. En virtud de que están en Cristo y gozan de sus bienes espirituales, los santos pueden interceder por nosotros. La intercesión nunca reemplaza la oración directa a Dios, quién puede conceder nuestros ruegos sin la mediación de los santos. Pero, como Padre, se complace en que sus hijos se ayuden y así participen de su amor. Dios ha querido constituirnos una gran familia, cada miembro haciendo el bien a su prójimo. Los bienes proceden de Dios pero los santos los comparten.

Los santos son modelos. Debemos imitar la virtud heroica de los santos. Ellos nos enseñan a interpretar el Evangelio evitando así acomodarlo a nuestra mediocridad y a las desviaciones de la cultura. Por ejemplo, al ver como los santos aman la Eucaristía, a la Virgen y a los pobres, podemos entender hasta donde puede llegar el amor en un corazón que se abre a la gracia. Al venerar a los santos damos gloria a Dios de quien proceden todas las gracias. Vea: Que es venerar y la diferencia con la adoración que le atribuye solo a Dios

Sin duda hay quienes se desvían de una sana devoción y hasta existen personajes que son venerados popularmente al margen de la Iglesia y no son sino falsos santos. Estos errores no justifican que se descuide la auténtica devoción sino mas bien resalta la importancia de la catequesis.

Santos patronos
Un santo puede ser declarado patrón de un país, diócesis o institución religiosa. También hay santos patronos de diferentes gremios y causas. Además, todos podemos elegir un santo patrón de nuestra devoción como modelo e intercesor.

Santos Doctores de la Iglesia
Título reconocido por la Iglesia a los santos que por su gran sabiduría doctrinal han tenido gran influencia en la tradición eclesial.

Santos Padres
Los Padres son pastores (generalmente, pero no siempre obispos) de la Iglesia de los primeros siglos, cuyas enseñanzas, en sentido colectivo, son consideradas por la Iglesia como el fundamental para la doctrina ortodoxa cristiana porque son la correcta interpretación de las Sagradas Escrituras. Los cuatro principales criterios esta designación son: antigüedad, ortodoxia, santidad, aprobación de la Iglesia. No todos los escritos de los Padres son ortodoxos sino solo aquellos en los que hay común acuerdo entre ellos. (Orígenes y Tertuliano cayeron en serios errores pero no se niega el valor de sus obras anteriores.)

¿Hay santos aun en la tierra?
Sin duda los hay. En todas partes hay personas santas. Los hay enfermos, madres y padres que viven la vida cotidiana con gran fidelidad, jóvenes que mantienen el ideal de ser cristianos y no se dejan arrastrar por la cultura, niños y ancianos.... Creo que el Papa actual está entre los santos en la tierra. Dios quiera que aprovechemos la sabiduría y el ejemplo que nos da como buen padre.

¿Porque no hay mas santos?
Podemos constatar con tristeza que pocos buscan la santidad. ¿Cuantos entre las multitudes de seres humanos buscan primero el Reino de Dios?. Mas importante, me debo preguntar: ¿Por que no soy YO santo?. Hace mucho comprendí, intelectualmente, la razón: Requiere un amor hecho sacrificio. Pero, ¡que poco lo vivo! La realidad es que muchos profesamos amor a Dios pero en realidad hay en nosotros una fuerza mayor: la auto-preservación de nuestro ego y el deseo de evitar el sufrimiento aunque este sea necesario para ser fiel.

Es posible envolverse en el servicio a Cristo y hasta sacrificarnos por la misión, pero al mismo tiempo no renunciar al control de nuestro ego sobre lo que hacemos. Seguimos por lo tanto actuando en gran parte según la carne y lo hacemos porque encontramos en la religión lo que todo hombre busca en el mundo: su interés y satisfacción. Para continuar esta "vida de bien" nos cuidamos de no caer en pecado grave, de mantener los compromisos según sean provechosos para nuestra imagen. PERO..... cuando viene la prueba que requiere morir a nosotros mismos y sufrir.... POCOS se abrazan a la cruz.

Hemos de recordar que no hay sinó un camino a la unión con Dios: La Cruz. Quien anda con Jesús va a Jerusalen, va a inmolarse. Esta purificación es necesaria para pasar, por obra del Espíritu Santo, de ser autosuficientes, egocéntricos, carnales al hombre nuevo en Cristo que es todo para el Padre, dócil, obediente y amoroso. Es necesario que los miembros del cuerpo estén unidos a la Cabeza. Si posponemos la entrega posponemos la victoria y, Dios no lo quiera, podríamos perderla.

No hay mas santos por la resistencia que presentamos cuando Dios da la gracia de la conversión. ¿Que ocurre cuando la prueba amenaza en derrumbar aquello que esta muy cerca de mi corazón?, ¿me siento justificado para "defenderme" y actúo pensando que es justo lo que hago y lo que digo, o busco la voluntad de Dios aunque me sea abrazar la cruz de la renuncia?. Veamos la actitud de los Apóstoles camino a Jerusalén y después, dormidos en el huerto, y por fin huyendo. No hay por que dudar de que estaban, según sus capacidades humanas, comprometidos con Jesús a seguirle. Soñaban con el reino mesiánico, pero no entendían que necesitaban el Espíritu Santo para ser hombres nuevos, hombres de la Cruz. Confiaban mas bien en sus propias fuerzas. Por eso, no sabían lo que pedían. Ni siquiera Pedro, que con ideas de "cuidar" a Jesús, le quiso evitar su ascenso a Jerusalén.

La clave de la santidad es entrar en el Corazón Traspasado de Jesús, siempre dándose sin reclamar para si; Lejos de evitar el sufrimiento, lo asume por amor. El santo es otro Cristo en su Cuerpo Místico. Es por eso que la santidad requiere ser Iglesia. Es ella la madre que nos alimenta con la Vida de Cristo para la santidad, es en su seno que crecen los santos. La Iglesia no remplaza la lucha personal mas bien nos da la fuerza de la gracia para vencer. Los sacramentos, la Palabra, el magisterio, la comunión con la Virgen, con los santos, con el Santo Padre, en fin, la Comunión de los Santos, es la tierra fértil necesaria para que crezca la semilla de la santidad. Quien se ha unido a Cristo necesariamente vive en comunión con los hermanos, su vida es amor y servicio para edificar el cuerpo.

Una meditación de la Vida de la Virgen Dolorosa, ¡Cuanto nos ayuda a entender su maternal ayuda para nuestra santidad! ¡Toda su vida nos enseña lo que es ser Iglesia, amar y ser santo, culminando al pie de la cruz! Quien se consagra a ella sin duda asciende mas rápido por la senda de la santidad. ¡Que fácil es hablar de esto y hasta llegar a entenderlo, tan solo para seguir cayendo en nuestra acostumbrada auto-preservación. Sin embargo los niños pequeños pueden lograr la santidad heróica, como lo hicieron, con la ayuda de la Virgen, los beatos Francisco y Jacinta.

Santidad
En el Antiguo Testamento el hebreo Kadosch (santo) significaba estar separado de lo secular o profano y dedicado al servicio de Dios. El pueblo de Israel se conocía como santo por ser el pueblo de Dios.

La santidad de las criaturas es subjetiva, objetiva o ambas. Es subjetiva en esencia por la posesión de la gracia divina y moralmente por la práctica de la virtud. La santidad objetiva en las criaturas denota su consagración exclusiva al servicio de Dios: sacerdotes por su ordenación; religiosos y religiosas por sus votos; lugares sagrados, vasos y vestimentas por la bendición que reciben y por el sagrado propósito para el cual han sido reservados.

La santidad de Dios identificaba su separación de todo lo malo.
Los seres humanos son santos cuando se apartan del pecado y viven según la voluntad de Dios.


Jesús es EL SANTO que santifica a todos quienes a El se acercan
“El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador: Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5, 48) ... Quedan, pues, invitados y aun obligados todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro de su estado” .-Vat II, Lumen gentium, 40.42

Por el Bautismo todos somos llamados a la santidad. La santidad es la presencia de Dios reinando en el corazón del creyente. La Iglesia comunica las gracias necesarias que proceden de los méritos de Jesucristo.

Amar a Dios sobre todo
El le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. Mateo 22:37-38

Querer ser santos:
La Santidad es obra de Jesús pero El no se impone. Requiere la respuesta libre del hombre. Quien ama a Dios desea responderle con todo el corazón, se esfuerza y persevera con la ayuda de la gracia para vencer la tendencia de la carne (pecados capitales >>)

Hay ambiciones que son pecaminosas y otras que son necesarias para la santidad. San Pablo dice: "¡Aspirad a los carismas superiores! Y aun os voy a mostrar un camino más excelente" I Corintios 12:31. Ese camino es el amor a Dios y al prójimo puesto en práctica, imitando el amor perfecto que es Jesús. No desear otra cosa que agradarle en todo. Cuando agradarle requiere abrazar la cruz, bendita sea. Todo por por El y para El.

Aspirar a la santidad es vivir humildemente para Dios: "¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer." Lucas 17,9-10

“Es propio de un alma cobarde y que no tiene la virtud vigorosa de confiar en las promesas del Señor, el abatirse demasiado y sucumbir ante las adversidades” -San Basilio, Homilía sobre la alegría

“El alma que ama a Dios de veras no deja por pereza de hacer lo que pueda para encontrar al Hijo de Dios, su Amado. Y después que ha hecho todo lo que puede, no se queda satisfecha, pues piensa que no ha hecho nada” -San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 3, 1.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. Como el ciervo desea las fuentes de las aguas, así te desea mi alma, oh Dios... ¿Cuándo vendré y apareceré ante la cara de Dios? -Sal. 41.

Un deseo concreto, que se aplica cada día.
¡Perseverancia!


Muchos se entusiasman por Cristo, pero como la semilla que cae en mala tierra, no perseveran, se dan así mismos "permiso" para aflojarse y pronto se quedan atados a los gustos y preocupaciones que desplazan a Dios del centro de sus vidas.

“Me dices que sí, que quieres. -Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer?
“-¿No? -Entonces no quieres” J. Escriva de Balaguer, Camino, n. 316

Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Mateo 16:26

No esperar frutos fáciles. Es lucha de toda una vida

“Aunque me canse, aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera” -Santa Teresa, Camino de perfección, 21, 2

“Hay, pues, que tener paciencia, y no pretender desterrar en un solo día tantos malos hábitos como hemos adquirido, por el poco cuidado que tuvimos de nuestra salud espiritual” - J. Tissot, El arte de aprovechar nuestras faltas, p. 14.

Tener esperanza. Si esta faltara, no seguiremos en la lucha. Creer que la santidad es inalcanzable es una gran tentación. ¡Es mentira!. Es escapismo. Si. Podemos ser santos porque Dios da la gracia y los medios. Dios no falla. Muchos han sido los grandes pecadores que llegaron a ser santos. Leamos la vida de San Pablo y San Pedro. Leamos los Hechos de los Apóstoles para ver la obra del Espíritu.

LOS SANTOS Y NOSOTROS
Según el Concilio Vaticano II


En la vida de aquellos que siendo hombres como nosotros, se transformaron con mayor perfección en imagen de Cristo (2 Cor 3,18) Dios manifiesta al vivo entre los hombres su presencia y su rostro.

Veneramos la memoria de los Santos del cielo, con la unión de toda la iglesia por su ejemplaridad; pero en el espíritu se vigorice por el ejercicio de la caridad fraterna (Eph, 4 1-6). Porque así como la comunión cristiana entre los viadores nos acerca más a Cristo, así el consorcio con los Santos nos une a Cristo de quién, como de fuente y cabeza, dimana toda la gracia y la vida del pueblo de Dios. Es, por tanto, sumamente conveniente que amemos, a estos amigos y coherederos de Cristo, hermanos también y eximios bienhechores nuestros; que rindamos a Dios las gracias que les brindemos por ellos, los invoquemos humildemente, y que para impetrar de Dios beneficios por medio de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor que es el único Redentor y Salvador nuestro, acudamos a sus oraciones, protección y socorro “ Todo genuino testimonio de amor que ofrezcamos a los bienaventurados se dirige, por su propia naturaleza, a Cristo y termina en EL, que es la Corona de todos los Santos, Por EL va a Dios que es admirable en sus Santos y en ellos es glorificado. (L.G. N. 50).
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Fuente: Corazones


Citas Bíblicas:
1 Corintios 1,2
saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos aquellos que en cualquier parte invocan el nombre de Jesucristo, nuestro Señor, Señor de ellos y nuestro.
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Tito 1,7-8
Porque el que preside la comunidad, en su calidad de administrador de Dios, tiene que ser irreprochable. No debe ser arrogante, ni colérico, ni bebedor, ni pendenciero, ni ávido de ganancias deshonestas, sino hospitalario, amigo de hacer el bien, moderado, justo, piadoso, dueño de sí.
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1 Tesalonicenses 5,23
Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser –espíritu, alma y cuerpo– hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo.
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Filipenses 3,12-14
Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.
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Juan 17,15-16
No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Mateo 5,13-16
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.
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Génesis 2,18
Después dijo el Señor Dios: “No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”.
1 Corintios 7,1-5
Ahora responderé a lo que ustedes me han preguntado por escrito: Es bueno para el hombre abstenerse de la mujer. Sin embargo, por el peligro de incontinencia, que cada hombre tenga su propia esposa, y cada mujer, su propio marido. Que el marido cumpla los deberes conyugales con su esposa; de la misma manera, la esposa con su marido. La mujer no es dueña de su cuerpo, sino el marido; tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino la mujer. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y por algún tiempo, a fin de poder dedicarse con más intensidad a la oración; después vuelvan a vivir como antes, para que Satanás no se aproveche de la incontinencia de ustedes y los tiente.
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Marcos 7,9-13
Y les decía: «Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y además: El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte. En cambio, ustedes afirman: “Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán –es decir, ofrenda sagrada– todo aquello con lo que podría ayudarte...”. En ese caso, le permiten no hacer más nada por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!».
Lucas 18,9-14
Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: «Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba en voz baja: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas”. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!”. Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».
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Romanos 12,1
Por lo tanto, hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer.
Efesios 4,1
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido.
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Gálatas 5,16-17
Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne. Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren.
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Salmo 119,9-11
¿Cómo un joven llevará una vida honesta?
Cumpliendo tus palabras.
Yo te busco de todo corazón:
no permitas que me aparte de tus mandamientos.
Conservo tu palabra en mi corazón,
para no pecar contra ti.
Colosenses 3,16
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.
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Mateo 26,41
Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil».
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Génesis 39,7-12
después de un tiempo, la esposa de su patrón fijó sus ojos en él y le dijo: “Acuéstate conmigo”. Pero él se negó y respondió a la mujer: “Teniéndome a mí, mi patrón ya no piensa en los asuntos de su casa, porque me ha confiado todo lo que posee. Él mismo no ejerce más autoridad que yo en esta casa, y no me ha impuesto ninguna restricción, fuera del respeto que te es debido, ya que eres su esposa. ¿Cómo entonces voy a cometer un delito tan grave y a pecar contra Dios?”. Y por más que ella lo instigaba día tras día, él no accedió a acostarse con ella y a ser su amante. Pero un día, José entró en la casa para cumplir con sus obligaciones, en el preciso momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente. Entonces ella lo tomó de la ropa y le insistió: “Acuéstate conmigo”. Pero él huyó, dejando su manto en las manos de la mujer, y se alejó de allí.
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1 Tesalonicenses 2,10
Nuestra conducta con ustedes, los creyentes, fue siempre santa, justa e irreprochable: ustedes son testigos, y Dios también.
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1 Corintios 11,1
Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo.
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1 Tesalonicenses 4,3
La voluntad de Dios es que sean santos, que se abstengan del pecado carnal,
1 Timoteo 2,8
Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.
1 Pedro 1,16
de acuerdo con lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.
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Lev 19,2
Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo.
Mt 5,48
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
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1Cor 1,12
Me refiero a que cada uno afirma: «Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo».
Rm 1,5
Por él hemos recibido la gracia y la misión apostólica, a fin de conducir a la obediencia de la fe, para gloria de su Nombre, a todos los pueblos paganos,
1Pe 1,15-16
Así como aquel que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta, de acuerdo con lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.
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Apoc 21,2.10
Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo.
Me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios.
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Hechos de los Apóstoles 15,26
los cuales han consagrado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo.
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2Cor 13,12
Salúdense mutuamente con el beso santo. Todos los hermanos les envían saludos.
Ef 1,1
Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, saluda a los santos que creen en Cristo Jesús.
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1Tm 2,4
porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
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Hb 12,14
Busquen la paz con todos y la santificación, porque sin ella nadie verá al Señor.
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Dan 7,22-25
hasta que vino el Anciano, se hizo justicia a los Santos del Altísimo y llegó el momento en que los Santos entraron en posesión de la realeza.
Él habló así: “En lo que respecta al cuarto animal, habrá sobre la tierra un cuarto reino, diferente de todos los reinos: él devorará toda la tierra, la pisoteará y la triturará.
En cuanto a los diez cuernos, de este reino surgirán diez reyes, y otro surgirá después de ellos: será diferente de los anteriores y abatirá a tres reyes.
Hablará contra el Altísimo y maltratará a los Santos del Altísimo.
Tratará de cambiar los tiempos festivos y la Ley, y los Santos serán puestos en sus manos por un tiempo, dos tiempos y la mitad de un tiempo.
Sab 5,5
¿Cómo ha sido incluido entre los hijos de Dios y participa de la herencia de los santos?
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Catecismo 61
Los patriarcas, los profetas y otros personajes del Antiguo Testamento han sido y serán siempre venerados como santos en todas las tradiciones litúrgicas de la Iglesia.
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Jn 14,26
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.
Mt 16,18
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
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Mt 5,48
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
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Mt 22,37-38
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento.
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1Cor 12,31
Ustedes, por su parte, aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía.
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Lc 17,9-10
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”».
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Mt 16,26
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
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2 Cor 3,18
Nosotros, en cambio, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu.
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