sábado, 21 de noviembre de 2009

Algo hicimos mal

Gentileza: Stella Maris Romaña (Resistencia, Chaco)
Palabras del presidente de Costa Rica, Óscar Arias en la Cumbre de las Américas.
Trinidad y Tobago, 18 de abril del 2009
Óscar Arias, Premio Nobel de la Paz 1987 y actual presidente de Costa Rica por segunda ocasión.

Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados Unidos de América, es para pedirle cosas o para reclamarle cosas. Casi siempre, es para culpar a Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros. No creo que eso sea del todo justo.

No podemos olvidar que América Latina tuvo universidades antes de que Estados Unidos creara Harvard y William & Mary, que son las primeras universidades de ese país. No podemos olvidar que en este continente, como en el mundo entero, por lo menos hasta 1750 todos los americanos eran más o menos iguales: todos eran pobres.

Cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra, otros países se montan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda. y así la Revolución Industrial pasó por América Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamente perdimos la oportunidad.

También hay una diferencia muy grande. Leyendo la historia de América Latina, comparada con la historia de Estados Unidos, uno comprende que Latinoamérica no tuvo un John Winthrop español, ni portugués, que viniera con la Biblia en su mano dispuesto a construir "una Ciudad sobre una Colina", una ciudad que brillara, como fue la pretensión de los peregrinos que llegaron a Estados Unidos.

Hace 50 años, México era más rico que Portugal. En 1950, un país como Brasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur, y hoy Singapur -en cuestión de 35 ó 40 años- es un país con $40.000 de ingreso anual por habitante. Bueno, algo hicimos mal los latinoamericanos.

¿Qué hicimos mal? No puedo enumerar todas las cosas que hemos hecho mal. Para comenzar, tenemos una escolaridad de 7 años. Esa es la escolaridad promedio de América Latina y no es el caso de la mayoría de los países asiáticos. Ciertamente no es el caso de países como Estados Unidos y Canadá, con la mejor educación del mundo, similar a la de los europeos. De cada 10 estudiantes que ingresan a la secundaria en América Latina, en algunos países sólo uno termina esa secundaria. Hay países que tienen una mortalidad infantil de 50 niños por cada mil, cuando el promedio en los países asiáticos más avanzados es de 8, 9 ó 10.

Nosotros tenemos países donde la carga tributaria es del 12% del producto interno bruto, y no es responsabilidad de nadie, excepto la nuestra, que no le cobremos dinero a la gente más rica de nuestros países. Nadie tiene la culpa de eso, excepto nosotros mismos.

En 1950, cada ciudadano norteamericano era cuatro veces más rico que un ciudadano latinoamericano. Hoy en día, un ciudadano norteamericano es 10, 15 ó 20 veces más rico que un latinoamericano. Eso no es culpa de Estados Unidos, es culpa nuestra.

En mi intervención de esta mañana, me referí a un hecho que para mí es grotesco, y que lo único que demuestra es que el sistema de valores del siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI, es un sistema de valores equivocado. Porque no puede ser que el mundo rico dedique 100.000 millones de dólares para aliviar la pobreza del 80% de la población del mundo -en un planeta que tiene 2.500 millones de seres humanos con un ingreso de $2 por día- y que gaste 13 veces más ($1.300.000.000.000) en armas y soldados..

Como lo dije esta mañana, no puede ser que América Latina se gaste $50.000 millones en armas y soldados. Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro? El enemigo nuestro, presidente Morales, de esa desigualdad que usted apunta con mucha razón, es la falta de educación; es el analfabetismo; es que no gastamos en la salud de nuestro pueblo; que no creamos la infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos necesarios para detener la degradación del medio ambiente; es la desigualdad que tenemos, que realmente nos avergüenza; es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos educando a nuestros hijos y a nuestras hijas.

Uno va a una universidad latinoamericana y todavía parece que estamos en los sesenta, setenta u ochenta. Parece que se nos olvidó que el 9 de noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro de Berlín, y que el mundo cambió. Tenemos que aceptar que este es un mundo distinto, y en eso francamente pienso que todos los académicos, que toda la gente de pensamiento, que todos los economistas, que todos los historiadores, casi que coinciden en que el siglo XXI es el siglo de los asiáticos, no de los latinoamericanos.

Y yo, lamentablemente, coincido con ellos. Porque mientras nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los "ismos" (¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo, neoliberalismo, socialcristianismo...), los asiáticos encontraron un "ismo" muy realista para el siglo XXI y el final del siglo XX, que es el pragmatismo.

Para sólo citar un ejemplo, recordemos que cuando Deng Xiaoping visitó Singapur y Corea del Sur, después de haberse dado cuenta de que sus propios vecinos se estaban enriqueciendo de una manera muy acelerada, regresó a Pekín y dijo a los viejos camaradas maoístas que lo habían acompañado en la Larga Marcha: "Bueno, la verdad, queridos camaradas, es que mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones". Y si hubiera estado vivo Mao, se hubiera muerto de nuevo cuando dijo que "la verdad es que enriquecerse es glorioso". Y mientras los chinos hacen esto, y desde el 79 a hoy crecen a un 11%, 12% o 13%, y han sacado a 300 millones de habitantes de la pobreza, nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo atrás.

La buena noticia es que esto lo logró Deng Xioping cuando tenía 74 años. Viendo alrededor, queridos Presidentes, no veo a nadie que esté cerca de los 74 años. Por eso sólo les pido que no esperemos a cumplirlos para hacer los cambios que tenemos que hacer.

Muchas gracias.

1 comentario:

  1. Leyendo el periódico esta mañana, confieso que me sentí ofendida al ver tanta desfachatez en el tratamiento de los "asuntos públicos" desde la mal llamada dirigencia política. Cada vez se alejan más de los ciudadanos, para convertir el estado en una empresa de pillos irrespetuosos que nos prejuzgan de incompetentes e ignorantes.
    He salido a recorrer Resistencia por ser lo más cercano que tengo y es asombroso el cambio de esta ciudad, ha cambiado su perfil, trasladado sus concentraciones especiales y específicas creando nuevos ámbitos y extendiendo la ciudad, más allá de las dificultades que surgieron, que no viene al caso analizar aquí, la labor de la sra. Aida Ayala fue intensa y satisfactoria en muchos casos, siempre queda algo para mejorar y perfeccionar y también para enmendar. El movimiento se demuestra andando y si este esta medulosamente estudiado y planificado muestra la competencia de los dirigentes y su atenta y efectiva "escucha".Pero hete aquí que los propósitos y resultados de las últimas elecciones, se dan de patadas con el proceder actual de una alianza que muestra el doble discurso y por ende la falta de confiabilidad de la palabra empeñada.¡Señora Intendente tenga a bien reveer su actuación hoy, no comprometa su alta estima y dignidad, escuche a quienes la apoyaron en cada caso y decida que hacer. Para caminar se necesita de ambos miembros de las extremidades inferiores y una mente que la dirija, no se puede estar con un pie en plato y con el otro en otro plato.
    En cuanto a los diputados de Chaco Merece más ¿acaso necesitan recurrir a las chicanas para anular un mal proceder? ¡CUIDADO! es posible que en breve sean sus pares, en todo caso quienes tienen que custodiar la buena conducta son los jueces electorales¿que hacen? ¿también están mirando para otro lado? ¿cómo justifican sus sueldos y real competencia? Es hora que cada uno cumpla con su función y el que no lo haga que se vaya, seguramente ese no es su lugar.Tenemos un ámbito legislativo chismoso y conventillero, además de sobervio y mandón, ¿quienes son para juzgar? están para legislar y si no están a la altura ¡ que también se vayan! El cansancio como el dolor tiene un punto crítico de aguante y el hombre comprometido con cada uno de los àmbitos y de sus responsabilidades, está harto de pagar impuestos sin ser respetado, de poder disfrutar del hacer bien su trabajo y más allá de la obligación ser reconocido y hasta homenajeado, de gozar de la tranquilidad que da el hogar con la asistencia del estado, porque para eso trabaja y paga. ¿qué se creen los dirigentes del estado? que son Dioses a quienes le debemos reverenciar?, están allí porque alguien creyó en ellos y los votaron, o en su defecto a quienes allí los pusieron.
    Es posible que mi escrito levante revuelo, pero estoy seguro que aquellos a quienes tildan de indiferentes, estarán de acuerdo conmigo.
    De todos modos no creo haber ofendido a nadie pues solo se ofende cuando se miente se estafa y se roba, soy objetiva y me remito a los hechos que están pasando. Me alegra y felicito a Capitanich y Rosas por haber acordado el diálogo, me hacen acordar a Perón cuando llamaba a empresarios y dirigentes radicales para tratar asuntos como el petróleo, para consensuar, para acordar una estrategia conjunta y enfocar su acción en lo que era mejor para el país y su gente. ¿QUE SOMOS NOSOTROS PARA NUESTROS DIRIGENTES, O ES QUE ESTAMOS PINTADOS EN LAS PAREDES? STELLA MARIS ROMAÑA

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