viernes, 25 de septiembre de 2009

Cristianos... ¡Tenéis un desafío!

Fuente: www.aica.org

La Corrupción... Desafío al Cristiano

Homilía de monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma para el 25º Domingo durante el año (20 de septiembre de 2009).

“La corrupción es como los elefantes: difícil de describir pero fácil de reconocer”.
Algo así pasa con la corrupción en la sociedad argentina. Medio mundo señala al otro medio mundo como corrupto. Lo difícil es encontrar dónde está la realidad de la corrupción. En la gran confusión de ideas reinante el único camino es buscar la raíz de esta hierba venenosa llamada “corrupción”. Es decir ¿dónde se genera la corrupción de la sociedad argentina? En no aceptarse los unos con los otros como persona. Así de sencillo como de importante. Por eso que una aproximación de definición de cual es el origen de la corrupción, es que no nos descubrimos como persona… Y por eso no hay trato de persona a persona El “otro” es objeto… es un número… es algo que me sirve o no me sirve. No se educa y a veces en la Iglesia misma no se evangeliza en vista a personalizar a cada ser humano. A personalizarse y a personalizar al “otro”…
La corrupción que salta en la pantalla de TV. como noticias y programas, en radio y grandes titulares de los diarios, es el síntoma de una sociedad que ha perdido el valor supremo humano que es el respeto por el otro por ser persona humana. El ser persona es un absoluto. La persona vale por si misma. No por lo que tiene o por lo que hace o sabe y menos porque “me es útil” Es elemental reconocerlo para un buen trato humano. Es lo prioritario a tener en cuenta al pretender la organización de la sociedad humana.

Cuando esto acontece hay respeto de persona a persona, hay comprensión, aceptación, confianza, posibilidad de diálogo, igualdad y armonía desde la diversidad, aprecio sin adulación, servicio sin servilismo, protección sin paternalismo, ayuda sin clientelismo, autoridad sin opresión o dominio, libertad sin libertinaje…

La visión cristiana de la vida, llevada a la práctica, posibilita que estas relaciones humanas personalizantes no queden en una mera utopia idílica. Tampoco se logra con mera organización o dictado de leyes. Es todo un proceso dinámico del ser humano. – dado su condición histórica empecatada que tiende a organizarse buscando su propio interés y no a partir del bien de todos…Este proceso ha de partir de una persona no corrupta e incorruptible. Porque la corrupción no puede generar sino corrupción. Por eso el proceso de liberador de la corrupción- se inició con eficacia realizadora en Jesucristo Hombre -Dios y desde El se irradia a todo ser humano que viene a este mundo. Esta irradiación liberadora de todo tipo de corrupción está necesitando la Argentina actual. La situación de corrupción generalizada en nuestra sociedad argentina es un desafío a los cristianos argentinos, actúen donde a actúen, a movilizarse, como discípulas/os del Divino Maestro, con el testimonio de su propio proceder para que la dignidad de la persona humana sea respetada, defendida y promovida en todos los niveles y en todas las circunstancias de la sociedad argentina.

Es el núcleo vital del cristianismo que genera nuevas y sanas relaciones humanas. Nadie puede llamarse cristiano con trato falso, injusto o violento, imposiciones o falta de respeto a otra persona sea de la condición que fuere. La voz de orden de Jesucristo es clara y terminante: “Ustedes son hermanos” Mt.23, 8.

Cristiano o no, nadie es dueño de la vida de otra persona y todos han de respetarla y de acuerdo a posibilidades defender y promover la vida, así sea de una sola persona humana…Por eso Nunca Más: torturas y desaparecidos, abortos y eutanasia, ni personas con hambre y sin techo. Porque violar los Derechos Humanos es corrupción y el primer derecho humano a respetar es la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. Es crimen de lesa humanidad violar o matar a una persona porque se viola o mata a la humanidad. De ahí, el no matarás, rotundo, del Mandamiento Divino, signo de la defensa de la vida humana, por su mismo Divino Creador.

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