jueves, 31 de diciembre de 2009

Los debates educativos que la sociedad se debe

Gentileza: Stella Maris Romaña (Resistencia Chaco)
por Lic. Ricardo Auer, Miembro del Encuentro del Pensamiento Nacional y de Causa Argentina

1. La designación de Abel Posse como Ministro de Educación de la CABA ha provocada una significativa reacción de diversos sectores de la política nacional, por medio de un discurso “políticamente correcto”, aunque extremadamente hipócrita frente a la realidad y opuesto a las necesidades mayoritarias. Lamentablemente el debate político sigue basándose más en ataques personales que en argumentos sobre los temas que componen la agenda de la comunidad nacional, cuya existencia se desenvuelve en dificultades y sometida a una sostenida desesperanza. Si el ministro no es un experto, como dicen, los diputados y senadores que votan las leyes sobre educación, en su gran mayoría, tampoco los son en dicha materia, y sin embargo deciden sobre ellas.

2. Tanto unos como otros deberían describir los problemas del presente (que, incrementados, serán los del futuro próximo), creando simultáneamente ámbitos de la reflexión común, que inspire soluciones de fondo. No nos sirve seguir insistiendo en retrotraernos a los peores errores del pasado para auto-someternos a un permanente masoquismo político colectivo. Deberían quedar desnudos frente a la sociedad aquellos que continuamente agitan el pasado para ignorar los problemas del presente, en los que quedamos atrapados sin salida y condenados a soportar mayores infortunios en el futuro. Capas geológicas acumuladas de problemas sin resolver y de guerras intestinas no saldadas no auguran más que mayores desgracias colectivas. En algún momento debemos comenzar a resolver algunos de los tantos problemas que nos acosan a diario. Para ello no hay mejor modo que “ir a las cosas”, sin que ello implique la falta de memoria.

3. Más que de Abel Posse, habría que hablar de Educación, ya que para eso lo designaron. Sobre el particular, comencemos a indicar que el diagnóstico sectorial es malo y empeorando año tras año. Son más de 20 años que una corriente ideológica educativa ha reinado sobre esta área (FLACSO), tanto a nivel nacional como en las provincias, ya que ha corroído las doctrinas de peronistas, radicales y otros, por igual. Flacso considera que sus conceptos son correctos, pero lo que falla es la realidad, que no responde a los cambios. Curiosa anti-ciencia sociológica. Siendo ellos muy expertos en “gestión educativa”, se podría deducir primariamente que el problema educativo nacional no es un problema de gestión, sino de rumbo, es decir, de orientación cultural y de política educativa.

4. Pero también es un problema social, ya que la gravísima exclusión impide una correcta igualdad de oportunidades. Por ello hoy asistimos a una educación para clase media y otra para muy pobres. Muy desigual y que no se resuelve con “mas gestión”, sino desde la más alta política nacional. Aquí tampoco cabe igualar para abajo, ni de olvidarse de aplicar una política de discriminación positiva, imprescindible si se quiere ser justo en términos sociales. Debe haber más ayuda para los de abajo, que realmente la necesitan. En ese sentido debería trabajarse con un censo de su población objetivo, que no está claro si existe o adolece del virus del INDEC, imprescindible como primer paso para pensar soluciones.

5. También coexiste una concepción ideológica-sindical que complejiza la situación y atrasa la búsqueda de soluciones de fondo. Primero, la existencia de una veintena de gremios docentes, desnaturaliza cualquier gestión ya que complica encontrar políticas de estado para el sector. Siempre habrá un grupo más duro, o más radical, que extorsiona a los demás e impide una racionalización positiva para todos. No deja de tener razón la ley sindical, cuando indica la única representación gremial del sindicato más representativo. Tampoco tiene sentido el uso ideológico-partidocrático de las conducciones sindicales para perjudicar a tal o cual gobierno. Más aún en un tema tan sensible como la educación popular.

6. Ello no significa que los maestros deban trabajar con bajos salarios, sino lo contrario, como correspondería con todos los agentes estatales, que debieran garantizarnos un trato igualitario y de buena calidad para todos los habitantes que les pagan sus sueldos: los médicos de los hospitales públicos, los policías y demás fuerzas de seguridad, los jueces. Es decir, deberíamos tener un estado meritocrático, muy bien pago, que nos garantice eficiencia y equidad y que evite la corrupción, en el más amplio sentido del término.

7. Otro de los temas en debate es la temática “del orden”, donde se hace continuamente un juego semántico, desde la represión dictatorial hasta el libertinaje caótico. La observación práctica nos indica que hasta en las revoluciones más dinámicas siempre existe y se lucha por un orden determinado. Así que habría que comenzar a despejar el horizonte conceptual de extremos teóricos, como “orden cerrado” o “caos absoluto”, ya que ambos impiden el debate necesario. Hay “orden” en Berlín y en La Habana. En Washington y en Beijing. El “orden” siempre es un instrumento, sea de cambio o conservador; no un fin en sí mismo. Los amantes del actual y decadente statu quo, intentan ahora escaparse detrás de la falsa opción, entre autoritarismo y democracia.

8. El sentido común nos indica que también debe hablarse de “la disciplina necesaria”, ya que en un aula hay jerarquías del conocimiento que deben ser preservadas para facilitar su transmisión. No se trata de jerarquías autoritarias, sino aquellas basadas en el mutuo respeto, ya que sin este componente estaremos frente a una transacción económica, entre el que entrega determinados conocimientos, y el que recibe, que a su vez es deudor, lo cual vicia la sustancia del proceso educativo.

9. Los valores, religiosos o humanísticos, también juegan un papel en el rumbo educativo. Sobre esto también debe fijarse una posición clara. Habría que reflexionar sobre la importancia de la transmisión cotidiana de los valores patrióticos y personales, de los derechos, pero también de las obligaciones comunitarias, la solidaridad, el bien común, el esfuerzo, el amor al estudio y al trabajo, el sentido trascendente y no exclusivamente materialista y consumista de la vida. Creemos que todo ello contribuiría a crear un clima colectivo de inclinación al estudio y a la innovación, ayudando a cualquier política educativa.

10. Desafortunadamente algunos grupos infectados por la estrecha ideología materialista dicen defender la educación, pidiendo únicamente más presupuesto y mayores salarios, sin cuestionar, o al menos, estar dispuestos a debatir sobre algunas bases más amplias. Por ejemplo sobre los contenidos. No ya sobre algunos instrumentos tecnológicos. O sobre la calidad edilicia de las aulas. Porque a veces se encuentra más cultura y esfuerzo educativo en las pobres escuelas de frontera que en algunos establecimientos escolares de la Capital Federal, atiborradas de vagancia, tolerancia infinita y vacuidad intelectual. Por eso tampoco las falencias educativas son exclusivamente un problema económico y no se mejora sólo con más presupuesto.

11. El problema educativo no tiene un origen intelectual de gestión, y menos aún, económico. Es un problema netamente cultural: falta cultura del esfuerzo, del trabajo, de la responsabilidad. Los buenos docentes, lamentablemente, se han cansado de luchar con las malas políticas que han instaurado el “facilismo”, que ha destruido las bases culturales de dichas buenas costumbres de antaño, valores que debían resignificarse de acuerdo a los nuevos tiempos, no tirarse por la borda.

12. Ese “facilismo” simplificador se extiende a todos los órdenes políticos y a una gran parte de la población. Se cree en el crecimiento económico, pero no en el desarrollo. La “ineficiencia” policial es la única responsable de la inseguridad ciudadana. Hay menos pobres si “truchamos” los índices del INDEC. No debemos tener FFAA, porque hace 30 años hubo una dictadura militar. El clientelismo y el trabajo estatal resuelven los problemas del desempleo. La absoluta libertad económica derramará riqueza hacia los sectores más humildes. Achicar el estado es agrandar la nación. Aerolíneas Argentinas es estratégica (para los que la manejan). Y así podríamos seguir, para todos los polos ideológicos, que por opuestos se atraen y se complementan.

13. Ese “facilismo” ha instaurado un discurso “políticamente correcto”, que es potenciado por los medios de comunicación, impidiendo el necesario debate abierto. El que no respeta esos códigos, es castigado o al menos ultra-criticado y excluido como ultramontano. No hay pensamiento alternativo. No hay creatividad. Se continúa el “orden establecido”. Por eso hablar de “orden” es complicar el statu quo actual, que nos empobrece, tanto material como humanamente. El otro siempre es fascista, cuando no conviene debatir. Pero no lo era cuando ambos eran funcionarios de un mismo gobierno. Es que en la vida, para algunos personajes tan poco serios, “todo es relativo”.

14. En este contexto comunicacional el problema es como transmitir a la población aquellos conceptos que la mayoría de la población piensa y está de acuerdo en aplicar, aunque no pueda “hacerse oír”. Vaya paradoja. Proclamar y retransmitir lo que el pueblo aprueba, aunque la corporación política y mediática esté en contra, no es una tarea fácil, aún para un intelectual de talla, si se lo plantea en términos personales. No hay posibilidades de éxito para un "heroísmo de las ideas". Son duras batallas cotidianas en el marco de una estrategia política colectiva. En su transcurso habrá que “poner el pecho a las balas” (mediáticas) y no todos están dispuesto a hacerlo. También debe comunicarse apropiadamente los objetivos a lograr, porque la confusión está instalada desde donde debería provenir la claridad de miras y metas. Convengamos que vale la pena el esfuerzo, porque “es justo y necesario” hacerlo.

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