miércoles, 26 de mayo de 2010

La corona de la creación: bendición o maldición

por Nadia Romina Mangini (Los Polvorines, Bs As)

¿Qué es la belleza, sino es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica? ¿Qué es, sino esa cálida voz que invita, esa presencia que consuela, ese pecho de madre que alimenta, la más grande inspiración que se pueda hallar? Y como supo decir Jean Jacques Rousseau, “Quitad de los corazones el amor por lo bello, y habréis quitado todo el encanto a la vida”. ¿Y quién podría negar jamás que no hay encarnación más representativamente bella que una mujer?

Las mujeres han sido desde los tiempos y rincones más remotos de la Tierra sinónimo de la belleza más cautivante, codiciada y poderosa. Sin embargo han sido también el blanco preferido de aquellos cuya misión en la vida no consiste más que en destruir, robar y matar.

La historia de las mujeres a lo largo de las épocas no es una historia ilustre. Tiene algunos momentos nobles, sin duda, pero si la miramos como un todo, las mujeres han soportado lo que parece ser un odio especial desde que han existido.

¿Qué beneficios se obtiene de la degradación, el abuso y la agresión abierta que han soportado las mujeres alrededor del mundo y que aun soportan?

Un informe de Amnistía Internacional revela el conmovedora testimonio de una mujer sudanesa: “Estaba durmiendo cuando comenzó el ataque en Disa. Los atacantes me secuestraron. Se llevaron a docenas de niñas y nos hicieron caminar por tres horas. Durante el día nos golpeaban y nos decían: “Ustedes, mujeres negras, las exterminaremos…” Durante la noche éramos violadas repetidas veces. Los árabes nos vigilaban con armas en sus manos y por tres días no nos dieron alimento”.

Hasta hace cerca de ochenta años, a las niñas nacidas en China que no eran dejadas a la orilla del camino para que murieran (los varones son los hijos preferidos), con frecuencia se les confinaban los pies para mantenerlos pequeños. Los pies pequeños eran un símbolo de belleza femenina valorado por los futuros esposos, pero eran también causa de que cojearan con dolor por el resto de sus vidas, incapaces de caminar libremente o con rapidez. Aunque la práctica fue derogada en la década del treinta, continuó mucho tiempo después.

A lo largo de los miles de años de historia judía registrada en el Antiguo Testamento, las mujeres eran consideradas una propiedad sin ningún derecho legal (como eran y aún son en muchas culturas). No se les permitía estudiar la Ley, ni tampoco educar formalmente a sus hijos. Tenían un lugar separado en la sinagoga y era una práctica común que los hombres añadieran sus oraciones: “Gracias Dios, por no haberme hecho un gentil, una mujer o un esclavo”.

Un proverbio chino dice que “una mujer debe ser como el agua, no debe tener forma ni voz. Un proverbio indio dice que “educar a una mujer es como regar el jardín del vecino”. Lo que quiere decir, por supuesto, es que educar a una mujer es tanto una tontería como una pérdida de tiempo. En el hinduismo la mujer tiene menos valor que una vaca. En el islamismo, una mujer necesita que tres hombres corroboren su testimonio en corte para que tenga validez.

Y la historia va mucho más allá. La clitoridoctomía es la extirpación o circuncisión del clítoris. Esta mutilación genital continúa hoy en día y se practica en niñas cuando llegan aproximadamente a la edad de cinco años. Practicado principalmente en África, la cirugía se lleva a cabo en la selva y se usa una piedra afilada. Las infecciones son frecuentes y algunas veces la niña muere. La mujer es mutilada para siempre y nunca es capaz de disfrutar del placer sexual…y ese es el propósito. Se cree que es peligroso que una mujer esté consciente de su sexualidad y la femeneidad tiene que ser controlada.

Más de un millón de niñas son vendidas cada año en el negocio del tráfico sexual.

En la familia y en la comunidad, en tiempos de guerra y de paz, la violencia contra las mujeres es, además de la más extendida, la violación de derechos humanos más oculta e impune.

¿Quién es responsable por este asalto universal, sistemático y a veces brutal hacia la femeneidad? ¿De dónde viene esto?

En 2005 se publicó por primera vez Cautivante, escrito por el matrimonio Eldredge. En su libro proponen una interesante teoría (solo apta para creyentes) sobre la razón que pudo haber ocasionado la violencia contra las mujeres a lo largo de la historia. Sostienen firmemente no solo que la mujer es la encarnación de la belleza de Dios sino también que Eva fue la corona de la creación. Razones suficientes, según los autores, para desatar un odio satánico destructivo y dedicado. Explican que Lucifer era bellísimo pero el orgullo entró en su corazón y anheló para él la adoración que había sido dada a Dios. Cayó, fue desterrado y ahora su deseo de venganza solo es saciado al agredir todo lo que revela belleza divina y como es de esperarse, él odia especialmente a las mujeres, pues llevan la imagen de Dios principalmente en la belleza que poseen por naturaleza.

No muchos se aventurarían a sostener algo así pero lo cierto es que para muchas personas que comparten la misma fe que los autores, esta teoría ha resultado tener una fuerza reveladora y libertadora, ya que ahora, según los lectores, saben contra quién combatir y a qué atenerse.

Para los que buscan explicaciones más antropocéntricas y racionales no hay demasiadas explicaciones que puedan satisfacerlos y tampoco emplean su tiempo en buscarlas, sino más bien es a ellos a quienes le debemos, y hay que reconocerlo, la entrega y la lucha incansable por la eliminación de la violencia de género y el restablecimiento de la justicia. A ellos les debemos y les deberemos siempre la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y las innumerables campañas que exigen un gobierno intervencionista y proactivo en asuntos de esta índole. En 2004, Amnistía Internacional inició la campaña “No más violencia contra las mujeres”, con el objetivo de poner de relieve la gravedad y la dimensión universal del problema, y conseguir que los Estados asuman su responsabilidad.

Corona de la creación o no, lo cierto es que millones de mujeres y niñas en el mundo son víctimas de violencia por razón de su género, y que esto es algo que merece ser denunciado y extirpado de una vez para siempre es un enunciado en el que habremos de coincidir a una sola voz cada uno de los que prediquemos la igualdad y la libertad como derecho inmutables y eternos de “todo” ser humano.

Resta preguntar, si es que aún cabe la posibilidad, cómo debe entenderse lo que es presentado como el gran honor de llevar en nuestra esencia la belleza de Dios y que resulte a su vez la mismísima causa que nos condena a una eterna agresión.

Tal vez haya que ceder con pesar y conformarse asumiendo el hecho de que ser la corona de la creación, después de todo, podría significar tanto bendición como maldición. Pero eso será algo que cada lector, a la luz de su conciencia y en consonancia con su credo, deberá analizar y concluir por si mismo.

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