lunes, 31 de mayo de 2010

La única verdad es la realidad

Esta mañana muy temprano, me detuve en acicalarme con esmero para verme a tono con la visita que haría.
Deseaba reencontrarme con el otrora Consejo General de Educación ilusionada de que sería gratamente sorprendida, con todos los avances de este siglo.
Quería saber sobre las Jornadas de Evaluación de la Calidad Educativa, motivo por la cual se suspendía el tratamiento de la reforma de la Ley de Educación.

Creo que si entraba en un galpón de mercaderías apiladas, este estaría más ordenado que lo que hoy es el Ministerio de Educación de la Provincia del Chaco.

Pasillos sucios con personas vestidas como recién venidas de una fiesta fantástica, recostadas en las paredes hablando por teléfonos celulares, en conversaciones interminables de más de 15 minutos, ¿cómo pagan estas llamadas, tienen alguna franquicia especial?

Otras personas dialogando en los pasillos con otras compañeras de trabajo, docentes que concurren por requerimientos de algún trámite, haciendo un amansadero interminable, a las que si fuéramos capaces de visualizar con magia sus humores, saldrían chispas, humo y estrellitas, esperando respuestas que nunca llegan.

-¡Estoy aquí, desde las siete de la mañana, son las once y media y todavía no puedo conseguir que me atiendan!, dice la maestra.

el empleado de la mesa a la que llegué vaya a saber por qué obra del destino, me contesta sin dejar de escribir, -no sé nada sobre lo que me pregunta......vaya derecho por el pasillo, doble a la izquierda antes de llegar a la puerta gris y pregunte en esa mesita a ese muchacho que está allí.

Aún no podía salir de mi asombro. El orden con el que nos manejábamos en décadas pasadas, no es el de hoy. Puede ser que con la tecnología hayan superado todos esos trámites tan burocráticos y formales, pensé.

Cuando pregunté por una persona conocida de épocas anteriores, el empleado me preguntó, -¿por qué asunto......? -Por una cuestión personal, contesté a lo que me respondió, -si no me dice no puedo molestar al señor, porque no la va atender..........-¡menos mal, pensé, porque este es el gobierno del pueblo!

Resuelta a no perder más tiempo, pero con ánimos de convencerme, de que hoy era un día lunes, con personas cansadas de trabajo, me dediqué a mirar todo para descubrir el grado de hospitalidad, solidaridad, educación o al menos un gestito de idea. Pero como si el gato acostumbrado a caminar por la azotea no tuviera miedo de mirar hacia abajo, y nadie que le preguntara que estaba haciendo.

Salí a la calle y allí encontré la respuesta, una ex docente, esposa de un ex supervisor me contó que los evaluadores de la calidad educativa eran maestros panaderos.

¡Menos mal cheeeeee, -contesté- con lo cara que está la cansata familiar, al menos controlarán que la harina sea de buena calidad!

Seguidamente me pregunté si mi amiga estaba equivocada con la información, ¿habrá creído que estaba en la dirección de Defensa del Consumidor?

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