La vida entera es una cuestión política porque de otro modo dejaríamos de reconocernos como seres humanos pertenecientes a un pueblo y la religión es como el compendio en el que abrevamos nuestras inquietudes sobre cómo debiéramos relacionarnos unos con otros, ella fija nuestros valores y nos centra en nuestros comportamientos.
Reconozco que para saber sobre las leyes debemos recurrir a las fuentes donde están escritas; no obstante creo en la diversidad ella nos permite tratar todos los temas sin dejar de tratar todos los temas sin descuidar las normas religiosas, que por otro lado, creo es la mejor manera de aprender y aplicar el sentido de lo humano, con un enfoque político sin individualizar ni pormenorizar.
Hoy, en la era de la comunicación, cuando más incomunicados estamos debemos centrar nuestro hacer en la manera de contener a todos en un abrazo común para lograr rescatar la importancia del hombre como ser universal.
¿Es tan importante un Moyano, un Duhalde, un Kirchner, cuando a mi lado hay un ser que festeja con saltos y manos hacia el cielo la concreción de un resultado exitoso, o las lágrimas de quien se retuerce de dolor ante la pérdida de un ser, de un sueño o de una amistad?
Donde está nuestro espíritu cristiano que somos capaces de destacar y difundir lo más deleznable de los seres y no de sus bondades.
Creo hemos perdido el centro, debemos rescatar "las sandalias del pescador", buscar sus huellas y hacer cada uno nuestro camino construyendo al hombre no destruyéndolo. Cada uno de nosotros llevamos dentro una parte buena y otra mala pero la zona de grises no sirve para la reflexión, para vernos en el espejo y tender hacia la luz.
La mediocridad no es el signo del ignorante sino de quien no es capaz de reconocerse como ser humano.
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