Visto lo que ha pasado en Japón, uno no puede dejar de dolerse y expresar sus condolencias por las penurias y calamidades por las que está atravesando el pueblo de esa Nación.
Primero la furia implacable de las fuerzas naturales, expresadas en un terremoto categoría 9 en la escala de Richter, con sus réplicas de nunca acabar y también las inundaciones sufridas como consecuencia del tsunami.