26 de Julio de 1952, Eva Perón entregó su vida al amor por un sólo hombre, desvaneciendo su alma en sí misma para poder derramarla a su pueblo. Su corazón era muy grande, cabía en él todo un país, pero al mismo tiempo era un corazón exquisito, no había lugar para las bestias, que lucían un cuerpo humano. Ella quiso que su alma brotara en todos los argentinos, que su corazón se injertara en cada uno de su pueblo, para volver y ser millones, para volver en cada uno de ellos. Hoy sufren la deshonra, la humillación y el desprecio. Eran trabajadores, eran honestos, hoy son desocupados y sufren en el silencio. Hay que rescatar ese corazón, trasplantarlo en su pueblo, empaparse con su alma, y volver a nacer de nuevo.
Juan C. StarchevichEvita Duarte y Eva Perón
por Alberto Amato, de la redacción de Clarín (julio 26, 2009)
Nació para ser nadie. Y para no tener nada. Y para pasar por este mundo casi con la fugacidad de un destello. No quiso nada de eso para su vida. Se convirtió en la mujer más importante de la historia argentina contemporánea; tuvo en sus manos el poder y la gloria; y si bien su vida duró lo que un resplandor (murió devorada por el cáncer a los 33 años y sólo actuó seis años en la vida política y social de la Argentina sin ocupar jamás un cargo público) partió al país en dos y desató tanto amor y tanto odio sobre su vida, su figura y su obra, que aquella breve chispa se transformó en una llamarada que la sobrevivió por medio siglo.