jueves, 5 de marzo de 2009

Vuelva ese sable a la vaina, Sra. Presidenta

Dr. Jorge Luis Pellegrini
Vice Gobernador de San Luis


Sabido es que el General San Martín jamás empeñó su sable en la lucha entre argentinos. Fue quizás la clase magistral de su obra histórica. Le valió - también es sabido - el destierro hasta su muerte, y el silenciamiento por décadas. Pero fiel a esa consigna, Don José terminó siendo la promesa aún trunca de la unidad nacional. Una unidad emancipadora resguardando sangre y sacrificio argentino para las grandes luchas, ignorando mezquinas hemorragias que argentinos provocan a argentinos, en cancha chica y horizonte ausente.

Ni él ni sus granaderos prestaron aceros y caballerías al torpe espacio del enfrentamiento entre hermanos.
Y allá galoparon América hasta concluir su patriótica faena, regresando luego de Ayacucho a entregar armamento al gobierno porteño que, de espaldas a la Patria, ordenó la dispersión del bizarro regimiento.
Mientras tanto su Jefe penaba el extrañamiento en Europa.
Pero ni así se quebró su palabra: el sable y la vaina siguieron siendo uno solo, mientras el país se desgarraba en la lucha intestina.

Hoy diríamos que las internas rompían la Patria.
Hoy diríamos que en este 2009 la siguen rompiendo.
Pero a diferencia de los tiempos en que el General enarbolaba el gran proyecto de liberación nacional y continental, hoy la Presidenta ha desenvainado el sable granadero para la mezquina pugna interna.

Señora Presidenta: a los argentinos no nos llega su luchita contra Cobos. Nos interesan los granaderos y su Gran Capitán, porque sabían destinar a nuestros pueblos.
En Yapeyú Usted se ha permitido desenvainar el sable de quien nos representa desde los arranques de la historia, para una pequeña - casi mísera - lucha con su compañero de fórmula presidencial (el que le eligieron).
Y de ese modo Usted ha lesionado los más hondos sentimientos de unidad que los hombres y mujeres de esta tierra mantenemos para volver a encolumnarnos tras las grandes ideas triunfadoras en San Lorenzo y Maipú, que no fueron obtenidas en luchas intestinas, sino en el camino todavía inconcluso de la Patria Grande.

Vuelva el sable a la vaina, Señora Presidenta.
No lo use.
Además de todo, le queda grande.

Dr. Jorge Luis Pellegrini

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