Virus y plagas de Egipto. Había que liberar al pueblo de Dios pero la fuerza humana estaba en inferioridad de condiciones. El poder que reinaba era mucho más fuerte que los muchos débiles hombres y mujeres esclavizados; no podían liberarse por sí mismos, tampoco podían organizarse por el poder del látigo de los capataces que disgregaba y sometía. Era necesario una fuerza mayor, un nuevo rey a quien servir.
La pandemia actual del Corona Virus ¿es una plaga enviada por Dios?
Lo podemos analizar de la siguiente manera: El Estado, las instituciones de salud, los médicos y todos los informadores públicos y sociales, solo nos indican el modo de evitar el contagio con el lavado frecuente de manos, distancia mínima entre personas, cuarentena, encierro domiciliario; pero si alguien se enferma nadie puede socorrerlo, los médicos no saben curar esta enfermedad, entonces se obliga a volver a su domicilio para no contagiar a otros, a morir como perro sin dueño o a salvarse solo, si acaso los anticuerpos lo resisten.
El hombre, en todo el mundo, se ha alejado de Dios, el Creador de todo el universo, el Redentor de todos; y no solo eso, sino que propone y dispone cosas muy contrarias a sus mandamientos; se rebela en contra de Él y se esclaviza a sí mismo.
Esclavos significa que nos volvimos malos, egoístas, ladrones, sinvergüenzas, infanticidas, degenerados; también significa que no somos nuestros propios dueños, pero, al mismo tiempo, somos cómplices por estar de acuerdo con ello. Nos esclavizamos por propia voluntad, por lo tanto somos responsables del mismo modo que el amo que nos tiene encadenados.
No sé si es de Dios esta plaga, pero, sea o no, es una bendita alarma que pide conversión, para ser redimidos, para volver a ser hijos de Dios y hacer lo que Él nos manda. Esta cuarentena es muy apta para un hermoso retiro espiritual, solo y en secreto; ver y revisar dónde estoy, hacia dónde voy, a quién pertenezco.
Ocurre en tiempo de cuaresma, tiempo de penitencia y conversión, tiempo de muerte que conduce a la Pascua de Resurrección. Debemos morir a nosotros mismos para poder vivir en Cristo, nuestro Señor. Volver a ser humanos nuevamente.
Es posible que aquellos que se comienzan a convertir ya no se contagien y los contagiados se curen. ¿Alguien tiene algún otro remedio?
Juan C. Starchevich
Estimado Juan Carlos, quiero hacerle llegar mi saludo y felicitaciones por su compromiso con nuestra sociedad y nuestro país.
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