Recorriendo la historia con distintos tipos de cultura, distintas ideologías políticas, distintos actores en el gobierno, sin cultura ni ideología. Un pueblo siempre disconforme que mira a sus representantes con gestos de desaprobación y vergüenza eleva en alto su grito “¡Que se vayan todos!”, pero no se fueron, se quedaron todos y los que vinieron eran como los otros, de tal modo que la frase ha quedado incompleta, como queriendo decir: -¡Que se vayan todos y que no venga ninguno!
Ya ni siquiera da gusto ser militante, solo quedan fanáticos en contra del otro. Somos una tropa de vacas que cualquier boyero nos obliga a comer el pasto que nos da y a no salir de la línea que nos ha marcado como límite.
Se oye en todas partes: -che, no nos merecemos este gobierno-. Pero yo me pregunto ¿será?, entonces miro a mi alrededor y veo que aumentan los precios de forma injustificada por empresarios argentinos, comerciantes argentinos, grandes y pequeños. Amenaza una enfermedad y aumentan los precios de los remedios. Aumenta el precio del agua para beber cuando el pueblo está sufriendo una inundación. Muy contrario a la generosidad.
Tenemos una obra social que beneficia no sé a quién porque descuentan del sueldo todos los meses aunque no la utilice, aunque nunca se enferme, pero si ocurre hay que pagar sobreprecios en consultas, en prácticas y en medicamentos. Los médicos son como esos empresarios argentinos que presionan a los más débiles porque no tienen el valor de enfrentarse a una obra social que quizás sea corrupta o tal vez lo sean ellos que cobran plus y no dan ningún recibo, que además de aprovecharse de los enfermos están evadiendo al fisco. ¿Quién controla todo esto? Entre bomberos no se pisan la manguera.
Muchísimas personas físicamente saludables que cobran planes del gobierno como si fuesen discapacitados; becas para estudiantes que no estudian ni quieren estudiar.
Enfermos que salen a contagiar a otros poniendo en riesgo de vida a todo un pueblo. Otros que te denuncian porque te vieron tosiendo o porque saliste en bicicleta. ¡Pueblo de…!
Podemos seguir enumerando muchas cosas más para darnos cuenta lo que somos. Cada cual trabaja para sí mismo, de forma mezquina sin beneficiar a los demás. Somos el Coronavirus social.
Pueblo corrompido, ¿de dónde crees que salen tus representantes? ¿Dónde está tu mérito que te hace pensar que mereces?
¿Nos merecemos un gobierno mejor? Este gobierno y los anteriores son mucho mejor de lo que merecemos. Digo, quizá vos sí te lo merezcas.
Juan C. Starchevich
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