viernes, 9 de octubre de 2009

¿De quién es esa idea que estoy tomando como verdadera?


En este mundo de tantas ideas, que tienen incidencia en la vida práctica y en las leyes, muchas veces tomamos partido de algunas de ellas en función de quién las haya dicho: un profesional universitario, un investigador, un líder político, un filósofo...

¿Cuál de todos ellos merece mi confianza?
Si hablamos de ingeniería, seguro un ingeniero; De medicina, un médico...

¿De la vida? ¿El amor? ¿Felicidad? ¿Ser humano?...
 
Debemos tener cuidado de donde obtenemos la verdad, a quién atribuimos como garante que pueda respaldar lo que dice con su vida y con sus hechos...

Tomemos como referencia toda la historia de la humanidad hasta nuestros días y comparemos la grandeza de cada uno de ellos por su vida y por sus obras, y tu propia inteligencia decidirá a quién escuchar y aceptar sus palabras e ideas como verdaderas. La decisión es tuya, no te equivoques porque en estas ideas te estás jugando la vida.

Veamos lo que dice una pequeña-gran mujer:


Creados para amar

Queridos jóvenes de hoy: El mal más grande de nuestros días es la falta de amor y de caridad, la terrible indiferencia hacia los hermanos y hermanas, hijos de Dios, nuestro Padre Celestial, que viven marginados, presa de la explotación, de la corrupción, de la pobreza y de la enfermedad.

Puesto que la vida se abre ante ustedes, pido al Señor que comprendan cada vez más su auténtico sentido. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, que es Amor. Hemos sido creados por la mano de un Dios, amor infinito, para amarlo y ser amados por él. Dios se hace uno de nosotros, nuestro hermano Jesús, para ayudarnos a comprender qué es el amor, para enseñarnos a amar.

El servicio más grande que pueden hacer a alguien es conducirlo para que conozca a Jesús, para que lo escuche y lo siga, porque sólo Jesús puede satisfacer la sed de felicidad del corazón humano, para la que hemos sido creados.

La vida es un don maravilloso de Dios y todos han sido creados para amar y ser amados. Ayudar a los pobres, material y espiritualmente, más que un deber, es un privilegio, porque Jesús, Dios hecho Hombre, nos ha asegurado: “cuanto hagan a uno de estos pequeños hermanos míos, me lo hacen a mí”. Cuando ayudamos a otra persona nuestra recompensa es la paz y el gozo, porque hemos dado un sentido a nuestra vida y ya no estamos aislados.

No dejen que falsas metas de la vida - dinero, poder, placer - los conviertan en esclavos y les hagan perder el auténtico sentido de la vida.

Aprendan a amar tratando de conocer cada vez más profundamente a Jesús, de creer firmemente en él, de escucharlo en la oración intensa y en la meditación de sus palabras y gestos, que revelan perfectamente el amor, y entren en la corriente del Amor Divino que hace partícipes a los otros del amor.

Sólo en el cielo veremos cuál grande es nuestra deuda hacia los pobres por habernos ayudado a amar mejor a Dios.

Queridos jóvenes: El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.”

Beata Madre Teresa de Calcuta

Fuente: padrejosemedina.blogspot.com

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