Entrevista otorgada
- ¿Cómo celebrará sus 100 años?
- Ah, no sé si viviré, y además no me placen las celebraciones. ¡Lo que me interesa y me da placer es lo que hago cada día!
- ¿Y qué hace?
- Trabajo para becar a niñas africanas para que estudien y prosperen ellas y sus países. Y sigo investigando, sigo pensando...
- ¿No se jubila?
- ¡Jamás! ¡La jubilación está destruyendo cerebros! Mucha gente se jubila, y se abandona... Y eso mata su cerebro. Y enferma.
- ¿Y cómo anda su cerebro?
- ¡Igual que a mis 20 años! No noto diferencia en ilusiones ni en capacidad. Mañana vuelo a un congreso médico...
- Pero algún límite genético habrá...
- No. Mi cerebro pronto tendrá un siglo... pero no conoce la senilidad. El cuerpo se me arruga, es inevitable, ¡pero no el cerebro!
- ¿Cómo lo hace?
- Gozamos de gran plasticidad neuronal: aunque mueran neuronas, las restantes se reorganizan para mantener las mismas funciones, ¡pero para ello conviene estimularlas!
- Ayúdeme a hacerlo.
- Mantén tu cerebro ilusionado, activo, hazlo funcionar, y nunca se degenerará.
- ¿Y viviré más años?
- Vivirá mejor los años que viva, que eso es lo interesante. La clave es mantener curiosidades, empeños, tener pasiones...
- La suya fue la investigación científica...
- Sí, y sigue siéndolo.
- Descubrió cómo crecen y se renuevan las células del sistema nervioso...
- Sí, en 1942: lo llamé nerve growth factor (NGF, factor de crecimiento nervioso), y durante casi medio siglo estuvo en entredicho, ¡hasta que se reconoció su validez y en 1986 me dieron por ello el premio Nobel!
- ¿Cómo fue que una chica italiana de los años veinte se convirtió en neurocientífica?
- Desde niña tuve el empeño de estudiar. Mi padre quería casarme bien, que fuese buena esposa, buena madre... Y yo me negué. Me planté y le confesé que quería estudiar...
- Qué disgusto para papá, ¿no?
- Sí. Pero es que yo no tenía una infancia feliz: me sentía patito feo, tonta y poca cosa... Mis hermanos mayores eran muy brillantes, y yo me sentía tan inferior...
- Veo que convirtió eso en un estímulo...
- Me estimuló también el ejemplo del médico Albert Schweitzer, que estaba en África para paliar la lepra. Mi deseo fue ayudar a los que sufren, ¡ése era mi gran sueño...!
- Y lo ha hecho... con su ciencia.
- Y hoy, ayudando a niñas de África para que estudien. Luchemos contra la enfermedad, sí, ¡pero todo mejorará si acaba la opresión de la mujer en esos países islamistas...!
- La religión ¿frena el desarrollo cognitivo -del conocimiento-?
- Si la religión margina a la mujer frente al hombre, la aparta del desarrollo cognitivo.
- ¿Existen diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer?
- Sólo en las funciones cerebrales relacionadas con las emociones, vinculadas al sistema endócrino. Pero en cuanto a las funciones cognitivas, no hay diferencia alguna.
- ¿Por qué todavía hay pocas científicas?
- ¡No es así! ¡Muchos hallazgos científicos atribuidos a hombres los hicieron en verdad sus hermanas, esposas e hijas!
- ¿De veras?
- No se admitía la inteligencia femenina, y la dejaban en la sombra. Hoy, felizmente, hay más mujeres que hombres en la investigación científica: ¡las herederas de Hipatia!
- La sabia alejandrina del siglo IV...
- Ya no acabaremos asesinadas en la calle por monjes cristianos misóginos, como ella. Desde luego, el mundo ha mejorado algo...
- Nadie ha intentado asesinarla a usted...
- Durante el fascismo, Mussolini quiso imitar a Hitler en la persecución de judíos... y tuve que ocultarme por un tiempo.
Pero no dejé de investigar: monté mi laboratorio en mi dormitorio... ¡y descubrí la apoptosis, que es la muerte programada de las células!
- ¿Por qué hay tan alto porcentaje de judíos entre científicos e intelectuales?
- La exclusión fomentó entre los judíos los trabajos intelectivos: pueden prohibírtelo todo, ¡pero no que pienses! Y es cierto que hay muchos judíos entre los premios Nobel...
- ¿Cómo se explica usted la locura nazi?
- Hitler y Mussolini supieron hablar a las masas, en las que siempre predomina el cerebro emocional sobre el neocortical, el intelectual. ¡Manejaron emociones, no razones!
- ¿Sucede eso ahora?
- ¿Por qué cree que en muchas escuelas de Estados Unidos se enseña el creacionismo en vez del evolucionismo?
- Nosotros hemos cambiado parcialmente. ¿Por qué somos más inteligentes que hace 50.000 años, pero no somos más buenos?
- No somos más buenos por el componente límbico cerebral que sigue dominando nuestra actividad. Vivimos como en el pasado, como hace 50.000 años, dominados por las pasiones y por impulsos de bajo nivel. No estamos controlados por el componente cognitivo, sino por el componente emotivo, el agresivo en particular. Seguimos siendo animales guiados por la región límbica palocortical, sustancialmente igual en el hombre y en otros animales. Nuestras opciones de mejora moral pasan por las circunvoluciones neocorticales que afortunadamente tenemos.
- ¿La ideología es emoción, es sin razón?
- La razón es hija de la imperfección. En los invertebrados todo está programado: son perfectos. ¡Nosotros, no! Y, al ser imperfectos, hemos recurrido a la razón, a los valores éticos: ¡discernir entre el bien y el mal es el más alto grado de la evolución darwiniana!
- ¿Nunca se ha casado, no ha tenido hijos?
- No. Entré en la jungla del sistema nervioso ¡y quedé tan fascinada por su belleza que decidí dedicarle todo mi tiempo, mi vida!
- ¿Lograremos un día curar el alzheimer, el parkinson, la demencia senil...?
- Curar... Lo que lograremos será frenar, retrasar, minimizar todas esas enfermedades.
- ¿Cuál es hoy su gran sueño?
- Que un día logremos utilizar al máximo la capacidad cognitiva de nuestros cerebros.
- ¿Cuándo dejó de sentirse patito feo?
- ¡Aún sigo consiente de mis limitaciones!
- ¿Qué ha sido lo mejor de su vida?
- Ayudar a los demás.
- ¿Qué haría hoy si tuviese 20 años?
- ¡Pero si estoy haciéndolo!
- Si asumimos una visión catastrofista del ser humano, estamos acabados. La vida se hace inútil. Yo también me siento interiormente incapaz de ser optimista, pero hay que serlo, cueste lo que cueste. Hay que mantener la confianza en el futuro.
El 20 de abril de 2005, dos días antes de cumplir 96 años, inauguró en Roma, donde vive, la sede del nuevo Instituto Europeo de Neurociencia. Es autora de numerosos libros, y los más recientes –como Tiempo de acción, que acaba de publicarse, se centran en la revolución digital y en la necesidad de cambiar la educación. Su vista es deficiente y necesita de su secretaria para utilizar Internet, una de sus herramientas favoritas, pero conserva la vitalidad, la ironía y la lucidez.
“Debemos dar alas al genio que cada homo sapiens lleva dentro”.
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