miércoles, 31 de marzo de 2010

He aquí a tu hijo

por Juan C Starchevich (19/03/10)

Jesús, desde la cruz, le confiere un Nuevo Ministerio a su Madre: He aquí a tu hijo.
"Y jesús, mirando a Juan,
en ese sangriento día
le dió por madre a María,
que, pa gloria de su nombre,
en adelante sería
Madre de Dios y del hombre"
. (Padre Amado Anzi)
Una parte del Currículum Vitae de María Santísima, para ser presentado ante El Mundo, como Anuncio Previo, como Cartas Credenciales… Está pronto.
…El Altísimo, Padre Eterno, miraba al mundo y solo hallaba oscuridad, una inmensa oscuridad, mientras purificaba a su pueblo en el crisol del fuego de su amor… De repente, comenzó a brillar una luz, una luz muy hermosa, más hermosa que la luz de las estrellas, más hermosa que la luz del sol… Era la luz de la esperanza… Esperanza del mundo… Estaba naciendo María.
  1. Misión Inicial: Consagrarse continuamente a Dios, ser pura en su totalidad (corazón, alma, mente, pensamientos, cuerpo), vivir en plenitud su niñez (Virgen Niña), su juventud (Llena de Gracia). Estar siempre atenta a los movimientos de Dios en su alma, en su corazón. Vivir la fe, con la esperanza “que Dios va a cumplir sus promesas”. Vivir el amor con la esperanza “que Dios va a enviar al Salvador de su pueblo”.

  2. Ministerio Inicial: ser La Madre del Salvador (concebirlo, cuidarlo, protegerlo, enseñarle, acompañarlo, rezar por Él, consagrarlo totalmente al Padre Eterno. Guiarlo, desde niño, como madre y maestra de las virtudes). “Rezar por Él” en todo momento durante su misión de proclamar el Reino de Dios, en los momentos de gozo, momentos de dolor y de gloria.

    Ella procesaba en sí misma, en su corazón, todos los acontecimientos vividos por su hijo, los hacía suyos y se los entregaba al Padre Celestial.

  3. Ministerio Actual: Mujer, he aquí a tu hijo. Hijo, he aquí a tu Madre. María “ha asumido” ser “Madre de todos los hombres”. La Iglesia es su nuevo vientre embarazado de Eucaristía.

    Para ser hijo de María “hay que nacer de nuevo”, transformarse en Jesús, ser en Jesús, y revivir su misión redentora.
No podemos “ser en Cristo” sin ser en María (ser sus hijos, como Jesús). No podemos evangelizar sin su oración, Ella debe estar presente para “hacer suyo”, todos nuestros acontecimientos en el gozo, dolores, esperanzas y alegrías. Debemos parecernos a Jesús, debemos ser en Jesús, debemos hacer lo que hizo Jesús.

Ella intercede por nosotros “en la obra de evangelización”. No es el Genio de la lámpara de Aladino que viene a satisfacer nuestros criterios personales. No es una curandera. Su misión es cumplir su Ministerio de completar el Plan de Dios en el mundo. En la medida de nuestro accionar misionero de evangelización, ella nos va a sanar, proteger, guiar, auxiliar, iluminar, liberar, consolar… Ella es nuestra madre “en Cristo”. Nos va a permitir administrar todos esos dones para derramarlos a todos nuestros hermanos en nuestra labor redentora en Cristo, mediante la evangelización para la conversión y reconciliación entre el mundo y su creador, en Cristo, nuestro Señor.
María nos congrega a todos en Cristo haciendo la común-unión con Él y en Él, abrazando en su vientre y corazón esa comunión que es Eucaristía Gloriosa llamada Iglesia.
Cada misión evangelizadora debemos entregárselo a Ella, debemos hacerla partícipe, para que ruegue por nosotros del mismo modo que rogó por Jesús, para no caer en la tentación en este enorme desierto del mundo donde habita el mal.

Ella nos regaló un instrumento de comunicación directa, nos dio su “número privado” exclusivamente para nosotros, el cual siempre está disponible y lo atiende de inmediato. El instrumento que marca su número personal y nos comunica directamente con ella se llama “El Santo Rosario”.

En el rezo del Santo Rosario, nosotros “le decimos que somos sus hijos” cuando “hacemos propio” en nuestro corazón los distintos tiempos de la obra redentora de Jesús y en el corazón de María, en los gozos, dolores, tristezas, alegrías… “en la tarea de evangelización”, “que debe ser nuestra vida cotidiana”, o sea, “siempre”. Significa que la fe debemos hacerla cultura.

María no es una opción nuestra, es la escogida por Dios, Él le dio este Ministerio. “Solo los que caminaron con Ella han llegado a ser santos”, “Solo los que caminaron con Ella han llegado a ser hombres y mujeres verdaderos”, si no, vean si encuentran un santo fuera de Ella.

Ella ha formado hombres y mujeres de verdad, hombres y mujeres fuertes y de coraje, no se han conocido "maricones" en sus filas.

Por eso, acudan a ella, recen el Rosario y evangelicen con firmeza.

Porque María y el Rosario “es cosa de Hombres” que caminan sin cansancio hacia la Patria Celestial, en la Santísima Trinidad, Dios Único y Eterno en tres Divinas Personas: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.

De ahora en más, solo resta que nosotros “asumamos” ser hijos de María, llevarla a nuestra casa y caminar con ella en la vida.

Jesús, desde la cruz, le confiere una nueva Misión al mundo: “He aquí a tu Madre”.

Madre, Reina de la Paz… Esperanza del Mundo.



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